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Guía para las ciudades: Prevención del odio, el extremismo y la polarización

Última actualización:
14/06/2024
Fecha de publicación:
12/09/2023
Tipo de contenido:

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Capítulo 3: Puesta en práctica

En este capítulo se esbozan distintas formas en que las ciudades pueden hacer operativo su planteamiento, así como la forma en que pueden dotar a las partes interesadas clave de las herramientas y capacidades necesarias para desempeñar un papel. Proporciona ejemplos de prevención primaria, secundaria y terciaria dirigida por las ciudades y también analiza cómo los gobiernos locales pueden abordar cuestiones potencialmente delicadas, como el compromiso con grupos históricamente marginados o minoritarios o el equilibrio entre las necesidades de seguridad pública y la libertad de expresión, por ejemplo.

Prevención primaria, secundaria y terciaria

Los conceptos de intervención primaria, secundaria y terciaria proceden originalmente del ámbito de la salud pública, y se refieren a los esfuerzos para prevenir enfermedades y prolongar la vida. Esto se aplica cada vez más a la prevención de la violencia, la P/CVE, la consolidación de la paz y otros campos relacionados, reconociendo que requieren los mismos tres niveles de esfuerzo (medidas amplias para toda la población, esfuerzos para detectar y mitigar el riesgo, y esfuerzos para reducir el riesgo donde ya existe).

Hay muchos recursos disponibles sobre los tres niveles de prevención y sobre cómo se están aplicando en distintos ámbitos. A efectos de esta Guía, adoptaremos las interpretaciones esbozadas en el diagrama siguiente.

Este diagrama no debe limitarse únicamente a la prevención comunitaria o fuera de línea, sino que debe incorporar también la consideración de los riesgos y las intervenciones en línea, de forma que refleje un panorama de amenazas integrado y polifacético.

En cada nivel, esta Guía se referirá a «intervenciones», que deben entenderse como acciones que una ciudad lleva a cabo con la intención de marcar la diferencia en un nivel determinado, y no en un sentido técnico, como si se aplicaran específicamente a intervenciones individuales a través de, por ejemplo, programas de tutoría individualizada.

Terciario

Programas y otras medidas diseñadas para apoyar a los delincuentes violentos motivados por el odio y el extremismo en sus esfuerzos por abandonar sus entornos, desvincularse de la violencia, despenalizarse y reintegrarse en la sociedad. Estos programas pueden tener lugar dentro o fuera del entorno penitenciario.

Secundaria

Programas y otras medidas dirigidas a personas identificadas como vulnerables a la captación o radicalización hacia el odio o la violencia extremista y que intentan conducir a estas personas por un camino no violento.

Primaria

Programas y otras medidas destinadas a aumentar la resiliencia de las comunidades frente al odio, el extremismo y la polarización, y a mejorar la cohesión social para resistir a estas amenazas, independientemente de sus vulnerabilidades.


Prevención primaria

La prevención primaria tendrá probablemente la mayor relevancia para la mayoría de las ciudades en diferentes contextos, basándose en su papel en la prestación de servicios públicos básicos y, en algunos casos, en ámbitos como la sanidad y la educación. La prevención primaria también puede ser un primer paso, por ejemplo cuando una ciudad carece de mandato para realizar intervenciones más específicas, o es incapaz de hacerlo por otros motivos. El objetivo de la prevención primaria es emprender acciones que hagan a una ciudad más resistente, más cohesionada socialmente y menos propensa a desarrollar vulnerabilidades asociadas a amenazas como el odio, el extremismo y la polarización. Esto incluye acciones que una ciudad podría querer emprender de todos modos como parte de sus esfuerzos por apoyar comunidades prósperas, integradas y pacíficas, independientemente de cualquier amenaza específica.

Es importante señalar que el papel de prevención desempeñado por la administración municipal puede diferir no sólo según el contexto o la capacidad, sino también de un ámbito de programación de la prevención a otro. En algunos casos, una ciudad será el único o principal agente que instigue o ejecute un programa concreto. En otros, la ciudad puede desempeñar un papel de coordinación o facilitación para sentar a la mesa a otras partes interesadas. El papel y la visibilidad de una ciudad es algo que debe determinarse en las fases de planificación a partir de los resultados de la cartografía del paisaje y, cuando sea necesario, incorporarse al marco o estrategia local de una ciudad.

Ejemplos de medidas de prevención primaria que las ciudades pueden plantearse adoptar:

Compromiso de la comunidad: Unas instituciones locales fiables, accesibles y transparentes constituyen una mejor base para la seguridad, la inclusión y otras posibles capas de intervención. La implicación de la comunidad se consideraría una intervención primaria si se centra en fomentar estos vínculos entre la administración de una ciudad y las comunidades a las que sirve, sin limitarse a un tipo de riesgo o grupo destinatario concretos. Esto incluye centrarse en implicar a distintos grupos religiosos, culturales y étnicos y a otras comunidades que puedan sentirse menos representadas por la administración de la ciudad o menos conectadas con ella, incluidas las minorías y las personas históricamente marginadas. El compromiso de la comunidad puede adoptar cualquier forma, desde la organización de reuniones vecinales y diálogos interculturales hasta la instalación de un mostrador de información en un hospital local u otro servicio. Puede ser una acción independiente en sí misma, pero también puede incorporarse, como demuestran las intervenciones siguientes, como enfoque metodológico.

Aurora (Colorado, EE.UU. ) ha brindado a sus habitantes la oportunidad de implicarse directamente para garantizar la seguridad de la ciudad. Los miembros del Equipo de Respuesta Comunitaria Clave de Aurora (AKCRT, por sus siglas en inglés) trabajan junto a los funcionarios municipales en momentos de disturbios civiles para colaborar con las comunidades y las organizaciones asociadas. El AKCRT se reúne una vez al mes en una reunión pública y abierta para debatir la seguridad de la comunidad y planificar los próximos acontecimientos.

Ciudad del Cabo (Sudáfrica ) tiene un programa de Lugares de Culto más Seguros y Saludables mediante el cual la ciudad trabaja para mejorar las relaciones entre las comunidades religiosas, y entre éstas y el gobierno local. Inicialmente, la ciudad reunió a estos grupos para darles un foro en el que compartir sus preocupaciones y lo que perciben como lagunas en su capacidad para abordarlas, así como para establecer un canal regular de comunicación entre la ciudad y sus diversas comunidades religiosas. Tras la reunión inicial, la ciudad organizó un taller de tres días en el que participaron agentes de seguridad y que se centró en la formación sobre planificación de escenarios de emergencia, incluso para los primeros intervinientes. La Gestión del Riesgo de Catástrofes y otros socios identificaron la necesidad de ser proactivos para garantizar que los lugares de culto estén preparados y tengan una respuesta de emergencia adecuada en caso de que se produzca un incidente. En general, el programa está ayudando a generar confianza y a mejorar las relaciones entre el gobierno local y los distintos grupos religiosos, así como a dotar a estos últimos de los conocimientos y la información necesarios para participar proactivamente en la prevención.

Mardan, Pakistán tiene un comité local de paz que sirve de plataforma dirigida por la ciudad para que el gobierno local y los líderes comunitarios se reúnan y aborden cuestiones sociales delicadas y complejas, incluidas las tensiones religiosas y étnicas, así como los retos derivados del reasentamiento de 1,5 millones de desplazados internos que huyen de la violencia en zonas próximas a Afganistán. Recientemente, la ciudad convocó una reunión de las partes interesadas locales pertinentes para debatir las oportunidades y los retos de reforzar la cohesión social y hacer frente a la polarización en la ciudad. Una de las medidas propuestas era asignar un presupuesto independiente para abordar la marginación de los jóvenes y mejorar su inclusión en la toma de decisiones y otros asuntos cívicos.

La educación: Muchas ciudades tienen cierta jurisdicción sobre las escuelas que cubren los grupos de edad más jóvenes y algunas también tienen control sobre las instituciones de educación secundaria. También suele haber una mezcla de escuelas públicas y privadas, así como, en algunos casos, entornos educativos más informales o tradicionales. También pueden existir escuelas religiosas en una ciudad, con distintos grados de regulación y supervisión por parte de la administración municipal. Cualquiera que sea el control pertinente sobre las instituciones educativas de una ciudad, las intervenciones a este nivel podrían consistir, por ejemplo, en añadir la inclusión, la tolerancia, el pensamiento crítico, la ciudadanía o la alfabetización digital a los planes de estudio, o en garantizar de otro modo que las escuelas ayuden a concienciar sobre la exclusión social, el aislamiento y el odio, o incluso que hagan que los niños y las familias conozcan mejor los servicios de apoyo existentes en su comunidad. Las ciudades consultadas para esta Guía consideraron importante señalar que la prevención en las escuelas debe centrarse en inculcar valores y actitudes positivas, en lugar de enmarcar las cuestiones de forma negativa en torno a los riesgos y las amenazas.


Novi Pazar (Serbia ), una ciudad que se enfrentaba a importantes problemas de radicalización juvenil hacia el extremismo violento, inició programas de prevención mediante la educación. En concreto, organizó una conferencia sobre las formas más impactantes de incluir aspectos de prevención en los programas escolares y sensibilizar a los alumnos sobre el impacto perjudicial del odio, el extremismo y la polarización en los medios de vida. Este esfuerzo de colaboración implicó amplias consultas con las OSC, el gobierno nacional y las instituciones locales. El acto también inspiró un diálogo más amplio sobre la incorporación de la prevención en las escuelas y el fomento de la resiliencia juvenil mediante la alerta temprana, el diálogo y la creación de confianza con la policía local y las instituciones de la ciudad, incluidos los organismos que dirigen las iniciativas de prevención y participación juvenil.

Río de Janeiro, Brasil, trabaja con las escuelas para proteger los entornos educativos. A través de la App Escuela Segura, la Secretaría Municipal de Educación apoya a profesores y alumnos identificando casos de violencia, autolesiones y otras amenazas y crisis, incluidos los ataques a escuelas. Su objetivo es proporcionar apoyo de actuación rápida a la dirección y conectar a las escuelas con la Secretaría y otros organismos públicos, simplificando la coordinación.

Participación y capacitación de los jóvenes: A menudo se considera a los jóvenes objetivos pasivos o receptores de los programas de prevención, en lugar de participantes activos. Las ciudades deben ofrecer un papel activo a los jóvenes en las actividades de prevención y darles una participación genuina, y no simbólica, en la identificación de los retos y en la propuesta de formas de abordarlos. Es fundamental garantizar que los jóvenes tengan las habilidades y capacidades necesarias para plantear sus preocupaciones y defender sus necesidades. Reducir las barreras a la accesibilidad y la participación en la toma de decisiones y el desarrollo de políticas de la ciudad puede repercutir positivamente en la resiliencia de las generaciones futuras y permitir que los esfuerzos de una ciudad sirvan mejor a su comunidad. Estos esfuerzos podrían lograrse apoyando a un consejo juvenil activo y representativo, organizando diálogos entre líderes municipales y grupos juveniles, o colaborando con clubes juveniles, sociedades y organizaciones de base para promover el debate y la discusión de temas delicados en un entorno facilitado. Puede prestarse especial atención a cuestiones clave como la confianza en la policía u otras instituciones y servicios. Hay que procurar dar cabida a personas de distintos orígenes y evitar excluir a determinados grupos o reforzar la estigmatización. Fundamentalmente, las cuestiones debatidas deben ser planteadas por los propios jóvenes y no impuestas.

Maputo (Mozambique) cuenta con un concejal de Juventud y Ciudadanía, responsable de desarrollar y supervisar los programas de capacitación de los jóvenes dirigidos por la ciudad. En un taller regional Ciudades Fuertes celebrado en Johannesburgo para las ciudades de África Oriental y Meridional, el concejal compartió que, a través de su función, la ciudad ha sido pionera en una serie de iniciativas centradas en la juventud, que incluyen la participación de los jóvenes en el diseño urbano para garantizar que haya espacios públicos adecuados y seguros donde los jóvenes puedan socializar y participar en actividades recreativas saludables. La ciudad también lleva a cabo un programa de innovación juvenil en el que los jóvenes reciben ayuda económica y formación para poner en marcha proyectos que promuevan la cohesión social, el espíritu empresarial juvenil, etc., que se difunden en la televisión local y en las redes sociales para animar a más jóvenes a participar.

Toronto, Canadá: Reconociendo que a menudo se ha pasado por alto a los jóvenes en los procesos de planificación y desarrollo de estrategias de la ciudad en el pasado, Toronto creó un Equipo de Investigación Juvenil formado por diez jóvenes de entre 18 y 29 años a los que se encargó que se pusieran en contacto con otros jóvenes para comprender las cuestiones a las que, en su opinión, debe dar prioridad el gobierno local en los próximos años. Este esfuerzo dio lugar al desarrollo de una Estrategia de Participación Juvenil, que fue «hecha para los jóvenes por los jóvenes» y proporciona una lista de áreas temáticas que los jóvenes consideran prioritarias (por ejemplo, violencia juvenil, seguridad y relaciones con las fuerzas del orden; empleo; vivienda asequible). La Estrategia también proporciona acciones a seguir por la ciudad para abordar estas áreas sin dejar de comprometerse significativamente con la juventud. reciben apoyo financiero y formación para poner en marcha proyectos que promuevan la cohesión social, el espíritu empresarial de los jóvenes, etc., que se difunden en la televisión local y en las redes sociales para animar a más jóvenes a participar.

Čair, Macedonia del Norte: Para hacer frente a la radicalización juvenil en sus comunidades, la ciudad construyó y está gestionando un Centro Juvenil y Comunitario. Proporciona un espacio para que los jóvenes accedan a recursos y redes, desarrollen sus habilidades y conocimientos sobre compromiso cívico y ciudadanía activa y trabajen en iniciativas locales de impacto social. La ciudad gestiona el Centro en cooperación con diversas organizaciones locales de la sociedad civil y de base comunitaria que organizan distintos tipos de actos.

Salud pública, incluida la salud mental y los servicios sociales: Muchas ciudades colaborarán habitualmente con los servicios de salud pública aunque no tengan un control directo sobre ellos, por ejemplo en la prevención de enfermedades o el control de infecciones. Para muchos, la pandemia de COVID-19 abrió nuevas vías para esa cooperación y comunicación. Un primer paso podría ser sensibilizar a los profesionales sanitarios sobre el planteamiento de la ciudad en materia de prevención, así como sobre la forma de abordar las preocupaciones relativas a la vulnerabilidad de una persona o un grupo. En este caso, la participación y las necesidades del sector sanitario en sentido amplio deben considerarse parte del proceso de cartografía de una ciudad, con la inclusión de los profesionales sanitarios en un marco de múltiples partes interesadas. Seguir apoyando a una población más sana debe extenderse más allá de la salud fisiológica a la prestación de servicios de salud mental y servicios sociales. Aunque estos servicios también pueden participar en intervenciones más específicas, debe reconocerse que su papel en las intervenciones primarias es apoyar a las comunidades sanas, activas, conectadas y capacitadas. A nivel de prevención primaria, su implicación no está motivada por ningún desafío concreto en torno al extremismo, la polarización o el odio, sino porque fomenta una ciudad más resistente y cohesionada en general, que a su vez es menos vulnerable a la división y el odio.

Gran Manchester, Reino Unido: A través de la Acuerdo de Voluntariado, Comunidad y Empresa Social del Gran ManchesterLa Autoridad Combinada del Gran Mánchester formalizó una colaboración a tres bandas entre ella misma, la Asociación de Asistencia Sanitaria y Social del Gran Mánchester y el sector del voluntariado y la sociedad civil de la ciudad para integrar el papel de las organizaciones de voluntariado y los grupos comunitarios en la aplicación de la Ley de Servicios Sociales. Estrategia para el Gran Manchester.

Mediante este Acuerdo, el Gran Manchester se compromete a garantizar que las organizaciones de voluntarios y los grupos comunitarios participen tanto en el desarrollo como en la ejecución de programas para abordar problemas que van desde la salud mental (en colaboración con el Servicio Nacional de Salud y los proveedores de asistencia sanitaria específicos de la ciudad) hasta la pobreza alimentaria, la adicción y la falta de vivienda, etc.

El Acuerdo también se compromete a garantizar que la sociedad civil esté representada en los grupos municipales pertinentes, como la Junta contra la Violencia de Género y la Junta Asesora sobre Empleo y Cualificaciones. Aunque el Acuerdo no es específico de la prevención del odio y el extremismo, ofrece un ejemplo importante de cómo los gobiernos locales pueden facilitar las asociaciones entre actores clave (en este caso, la asistencia sanitaria y social y el sector del voluntariado y la sociedad civil) en un esfuerzo conjunto por abordar las causas profundas de la inestabilidad en toda la ciudad.

Apoyo a las familias: Las familias pueden ser uno de los agentes más influyentes en la prevención y muchas ciudades ya ofrecen apoyo general a los padres en una serie de cuestiones. También hay una serie de factores de riesgo en torno a las familias, en las que los malos tratos domésticos, el control coercitivo, los problemas de adicción, el abuso de sustancias o la exposición a redes y actividades delictivas, entre otras muchas cosas, pueden hacer que una persona sea más vulnerable. Una ciudad puede iniciar grupos de debate, redes de apoyo entre iguales u ofrecer cursos y orientación sobre necesidades específicas de los padres, así como concienciar en general sobre los riesgos, cómo señalar las preocupaciones y buscar más apoyo en un entorno seguro. En la medida de lo posible, todas las intervenciones deben basarse en actividades e infraestructuras de apoyo familiar ya existentes y establecidas, no sólo limitando los costes, sino ayudando a simplificar la forma en que las familias acceden al apoyo y a tratar los retos de la prevención como relevantes para otros aspectos de sus vidas.

EscuelasMadres: Desarrollado y puesto en marcha por Mujeres sin Fronteras, este programa apoya a las madres como primera línea de defensa en comunidades históricamente marginadas o vulnerables por otros motivos, reforzando su capacidad individual, sus aptitudes, su alfabetización emocional y su conciencia de las influencias radicales. Se gestiona en estrecha coordinación con los gobiernos locales de más de 15 países de todo el mundo. Las ciudades de Asia Central y los Balcanes Occidentales y otras regiones reciben formación para mejorar sus servicios sociales a fin de comprender mejor y crear estrategias de prevención del extremismo, al tiempo que prestan apoyo en especie a las actividades del programa.

Masaka, Uganda: En Uganda, la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades económicas son algunas de las vulnerabilidades más acuciantes de las que se aprovechan los grupos extremistas para reclutar y movilizar a los jóvenes.

Para hacer frente a este reto, Masaka ha utilizado los fondos de desarrollo de su circunscripción para apoyar programas de capacitación económica de los jóvenes, y ha favorecido a las empresas dirigidas por jóvenes para los contratos y licitaciones municipales (como para mercados públicos, aparcamientos de taxis de cercanías, aparcamientos en la calle, servicios de carga y descarga, aseos públicos, mataderos públicos, etc.).

En cuanto a la prevención terciaria, la ciudad también apoya a los jóvenes que han salido de la cárcel asociándose con organizaciones locales que contratan a estos jóvenes para limpiar la ciudad (entre otras actividades), garantizándoles un salario y ayudándoles a convertirse en miembros más productivos de la sociedad. A estos jóvenes se les ofrece además formación profesional y asesoramiento a través de centros de rehabilitación específicos.

Compromiso empresarial, formación profesional y apoyo al empleo: Muchas ciudades consultadas para esta Guía señalaron que el desempleo y la falta de oportunidades eran vulnerabilidades clave para el odio, el extremismo y la polarización en su ciudad. Una ciudad puede decidir comprometerse con el sector privado en cualquier aspecto, desde la concienciación básica y los mecanismos de apoyo a los empleados, hasta el desarrollo o la ampliación del apoyo a la formación profesional, los planes de desarrollo profesional y otras formas de apoyo. A nivel primario, todo esto se perseguiría con el objetivo general de reducir las vulnerabilidades y aumentar la resiliencia a nivel de la población en general, en lugar de responder a cualquier amenaza o reto específico de forma selectiva o con grupos concretos.

El deporte: Muchas ciudades aprovechan los clubes deportivos y las actividades deportivas para apoyar los esfuerzos de prevención primaria. En muchos casos, el deporte tiene el potencial de unir a personas de distintos sectores de la comunidad, a la vez que demuestra valores de respeto y una postura de «tolerancia cero» hacia cuestiones como el acoso, el racismo y otras formas de discriminación. Las campañas deportivas y las asociaciones con determinados clubes y atletas pueden ayudar a proyectar mensajes clave y ampliar el público al que llegan. Algunas ciudades también han descubierto que el deporte puede ayudar a crear un terreno común y un sentimiento compartido de pertenencia entre partes de la comunidad que, de otro modo, estarían divididas o aisladas.

Gostivar, Macedonia del Norte, con el apoyo de Ciudades Fuertes y en línea con su estrategia de prevención local, un programa de formación de formadores para el «desarrollo de la juventud a través del deporte». El propósito era equipar a los profesores de educación física de todas las escuelas y a los entrenadores locales de la ciudad para diseñar y poner en práctica actividades en el aula y extraescolares que ayudaran a los jóvenes a mejorar sus habilidades de liderazgo y comunicación y su empatía. Además, esto permitió a profesores y entrenadores un mecanismo para promover la cohesión social entre los jóvenes de esta ciudad multicultural.

Como buena práctica, y de nuevo con el apoyo de Ciudades Fuertes, se utilizó el mismo modelo en tres condados de Kenia (Isiolo, Kwale y Nakuru) donde se formó a entrenadores y profesores locales en materia de compromiso e inclusión de los jóvenes, y luego se les apoyó para que desarrollaran y aplicaran programas que reunieran a jóvenes de diferentes orígenes y comunidades para que conectaran, interactuaran y trabajaran juntos a través del deporte.

La cultura: Al igual que los deportes, las actividades y los compromisos culturales se consideran a menudo vehículos útiles para llegar a todas las comunidades, ampliar el público, difundir mensajes clave y fomentar el sentimiento de pertenencia. Una ciudad también puede desarrollar diálogos culturales diseñados para ayudar a las distintas partes de su comunidad a interactuar, comprender mejor al «otro», airear tensiones, debatir temas delicados y arrojar luz sobre retos que, de otro modo, sería difícil plantear.

Las intervenciones culturales a nivel primario también podrían abarcar, por ejemplo, los esfuerzos por abrir nuevas bibliotecas que den prioridad a los grupos desfavorecidos o aislados. Una vez más, estas intervenciones entrarían en el nivel primario si estuvieran diseñadas para abrir o nivelar el acceso en diferentes comunidades debido a los múltiples beneficios que podrían aportar, y no porque se trate de comunidades que muestren necesariamente vulnerabilidades específicas relacionadas con el odio, el extremismo y la polarización.

Monrovia, Liberia: Para evitar que se repitiera la violencia entre las distintas comunidades religiosas de la ciudad, Monrovia ayudó a crear un Consejo Interconfesional local para poner en contacto a los grupos religiosos entre sí y contribuir conjuntamente a hacer de Monrovia un espacio seguro para todos sus grupos confesionales. Desde su puesta en marcha, el consejo ha reunido a grupos religiosos y a sus líderes para compartir el pan, celebrar juntos sus respectivas creencias (por ejemplo, mediante celebraciones interreligiosas de Pascua y Ramadán), debatir los problemas que van surgiendo e idear conjuntamente soluciones que luego pueden ponerse en práctica con el apoyo del gobierno local.

Espacio público y planificación urbana: Para muchas ciudades, las decisiones de planificación relacionadas con el suelo y la propiedad pública, comercial y privada es un área clave de responsabilidad. Por tanto, la planificación urbana ofrece un medio fundamental para integrar la prevención primaria en los mecanismos y herramientas de que disponen las ciudades. Incluyendo consideraciones relacionadas con la seguridad pública y, en concreto, con la prevención, los gobiernos locales pueden marcar a menudo una diferencia real en la seguridad y el bienestar de las comunidades, así como en sus percepciones o sentimientos de seguridad, que son igualmente importantes.

Esto no se limita a la seguridad pública; una ciudad también podría incorporar valores como la apertura, la accesibilidad, la transparencia, la interacción y la igualdad de oportunidades en el diseño y la planificación urbanos.

Una ciudad puede intervenir en este ámbito de distintas formas. Por ejemplo, podría tratarse de iniciativas de planificación desarrolladas por las propias ciudades, pero también podría tratarse de adaptar las ordenanzas, hacer cumplir los reglamentos o tomar decisiones para que estas consideraciones sean un requisito de las nuevas solicitudes y desarrollos.

Helsinki, Finlandia, ha afirmado su identidad como ciudad inclusiva mediante su política de vivienda inclusiva, Home Town Helsinki. Este planteamiento ayuda a las personas necesitadas a conseguir una vivienda y pretende evitar la segregación y el aislamiento adoptando modelos de propiedad y tenencia mixtos, aprovechando al máximo la propiedad pública del suelo para prestar un servicio básico y fomentar un mercado de la vivienda mixto que promueva la inclusión y rompa barreras. También puedes encontrar más información sobre el planteamiento de Helsinki en el sitio web de Vivienda 2030.

Rabat (Marruecos ) se ha asociado con organizaciones locales para abordar la desigualdad de género y aumentar la seguridad de los espacios públicos para las mujeres. Por ejemplo, la ciudad se ha asociado con una organización feminista local, Jossour Forum des Femmes Marocaines (Foro Joussour de Mujeres Marroquíes ), así como con arquitectos, otras organizaciones de base y voluntarios de la comunidad, en un esfuerzo multiactor para construir una Rabat más inclusiva desde el punto de vista del género.

Como parte de este proyecto, la ciudad y el Foro Jossour organizaron y participaron en talleres de capacitación sobre planificación urbana con perspectiva de género, y organizaron hackathones para estudiantes de arquitectura e ingeniería de la ciudad, incluyendo así a los jóvenes en su planteamiento de construir espacios públicos más inclusivos y seguros.

A través de estas asociaciones, también ha lanzado campañas de comunicación específicas para abordar la naturaleza interrelacionada del acoso sexual y otras formas de violencia, incluidas las motivadas por el extremismo y el odio.

En última instancia, esta iniciativa ofrece un modelo de gobernanza participativa y de colaboración entre múltiples actores dirigida por el gobierno local, en la que la ciudad convoca a diversos actores de base comunitaria, aprovechando sus ventajas comparativas y sus diferentes tipos de experiencia (por ejemplo, género, planificación urbana) para crear una Rabat más segura y protegida para todos sus ciudadanos.

El estado de Victoria (Australia ) cuenta con una plataforma gubernamental local dedicada al diseño urbano y la prevención de la delincuencia, con numerosos estudios de casos locales, material de referencia e información para urbanistas, profesionales de la prevención de la delincuencia y la comunidad en general.

Comunicaciones y mensajes: Muchas ciudades dispondrán de plataformas clave de información pública, desde tablones de anuncios, revistas municipales y boletines informativos hasta redes sociales, que pueden aprovecharse para transmitir mensajes positivos y sensibilizar a la población en general. Desde desarrollar campañas de «mensajes alternativos», que ofrezcan una alternativa positiva a las narrativas negativas de contenido extremista, odioso o polarizador, hasta responder a la desinformación, o simplemente hacer saber a la gente a qué da prioridad la ciudad y por qué, es mucho lo que una ciudad puede hacer a este respecto. Las ciudades deben considerar cuál es la mejor forma de comunicar estos mensajes, tanto en términos de formato como de quién es el «mensajero» o la cara de la campaña. En algunos casos, lo mejor es que el gobierno local, o los principales dirigentes de la ciudad, sean ellos mismos esa cara. En otros casos, pueden ser miembros de confianza de la comunidad, una organización de la sociedad civil u otra entidad que goce de credibilidad y pueda resonar entre el público al que se dirige. Las ciudades también deberían:

  • Consultar a sus comunidades de forma representativa en el desarrollo y planificación de una campaña. Esto podría formar parte de una cooperación más amplia con una OSC y/o una empresa local con conocimientos, experiencia o ideas particulares que ofrecer;
  • Traduce los mensajes clave (siempre que sea posible) a las lenguas más habladas de la ciudad para que lleguen a todas las comunidades pertinentes;
  • Sé considerado con el vocabulario y las imágenes que se utilizan para evitar el alarmismo y/o aislar implícitamente a determinados grupos de la comunidad;
  • Utiliza diferentes plataformas: por ejemplo, los canales de las redes sociales pueden permitir un compromiso más informal con el público y podrían ser una buena plataforma para recabar aportaciones/opiniones de las comunidades locales. Ten en cuenta a quién quieres llegar y qué plataformas utilizan esos grupos demográficos (por ejemplo, los jóvenes); y
  • Considera la comunicación como un medio no sólo de prevención, sino también de respuesta. Las comunicaciones públicas, desde la tranquilización y el acercamiento a la comunidad hasta los anuncios de seguridad y el intercambio de información vital, se consideran una parte esencial de la planificación de la respuesta a las crisis.

Para saber más sobre las comunicaciones de crisis, consulta nuestro Kit de herramientas de respuesta, donde se trata este tema en detalle. Para un enfoque particular sobre el papel de los alcaldes y los líderes locales en las comunicaciones estratégicas, véase nuestro
Guía del Alcalde.

Christchurch, Nueva Zelanda: En 2022, Christchurch lanzó su nueva estrategia Te Haumako Te Whitingia Strengthening Communities Together (Fortalecer Juntos las Comunidades), que describe la estrategia de la ciudad para «trabajar con otros para construir una Christchurch y una Península Banks sanas, felices y resilientes» a través de cuatro pilares: Gente, Lugar, Participación y Preparación. Para garantizar que la Estrategia sea accesible y refleje la población multicultural de la ciudad, está disponible en trece lenguas distintas del inglés. La versión inglesa también incorpora el maorí, en reconocimiento de la rica herencia maorí de Nueva Zelanda. La Estrategia también está disponible en formato de vídeo, en el que un intérprete de signos recorre el documento, garantizando así que los residentes de la ciudad con dificultades auditivas estén igualmente informados. En general, se trata de un modelo de comunicación accesible.

Asociaciones con la sociedad civil: Al igual que ocurre con los esfuerzos de implicación de la comunidad y las comunicaciones, el trabajo con la sociedad civil debe considerarse un medio para abordar todas las áreas de intervención anteriores, así como un esfuerzo en sí mismo. En cuanto a esto último, reconocer dónde hay retos en torno a la confianza, el acceso, la marginación o las comunidades aisladas es un paso clave para comprender cómo puede hacer más una ciudad para llegar a todos y desarrollar conexiones y entendimiento entre las comunidades y los servicios/instituciones locales. Pero también puede demostrar que, a veces, una ciudad no es la más indicada para crear esos vínculos por sí sola y que intervenir como ciudad puede incluso perjudicar la situación en lugar de mejorarla. En estos casos, desarrollar actividades de divulgación y asociaciones con OSC sobre toda una serie de cuestiones locales es un buen medio para establecer mejores conexiones y disponer de las asociaciones cuando surjan necesidades más específicas con un grupo concreto.

Desarrollar planes de financiación para apoyar la participación y las asociaciones de la sociedad civil en un área prioritaria concreta es una forma de fomentar estas relaciones.

Para conocer las principales enseñanzas sobre estos programas, consulta nuestra Hoja de ruta en 10 pasos para mejorar el apoyo municipal a los programas comunitarios contra el odio y el extremismo. Las ciudades también pueden apoyar a las OSC poniendo otros recursos a su disposición, por ejemplo, ofreciendo apoyo técnico, experiencia, formación, acceso a la información o compartiendo contactos y buenas prácticas.

La ciudad de Nueva York apoya a sus comunidades

La Oficina para la Prevención de los Delitos de Odio (OPHC) de la ciudad de Nueva York colabora con comunidades de toda la ciudad apoyando a una serie de agentes comunitarios. Coordina 25 organismos municipales implicados en la prestación de servicios en toda la ciudad (por ejemplo, vivienda, policía, educación, parques, salud y saneamiento) para comprender mejor las amenazas, identificar las lagunas en la respuesta y ampliar las iniciativas existentes de seguridad y bienestar de la comunidad.

La OPHC también proporciona capacitación a sus socios comunitarios, mejorando las capacidades de las organizaciones con las que trabaja para «ir al encuentro de las comunidades allí donde se encuentran» y ayudar a profesionalizar y mantener las respuestas de base al odio y la polarización.

Los Foros de Seguridad Comunitaria (CSF) de Sudáfrica: Experimentados por primera vez en Cabo Occidental, los CSF son colaboraciones locales de múltiples partes interesadas que reúnen a servicios municipales, ONG y otros socios «para proporcionar un medio de compartir información y fomentar y coordinar enfoques interdisciplinarios y multisectoriales de la prevención de la violencia y la delincuencia«. Entre sus funciones está el desarrollo de las capacidades locales de prevención social de la delincuencia, realizar evaluaciones de las necesidades de seguridad de la comunidad para luego informar los programas y dicho desarrollo de capacidades y facilitar la coordinación entre los servicios municipales y los dirigidos por la sociedad civil pertinentes.


Prevención secundaria

La prevención secundaria se centra en las formas en que una ciudad puede emprender acciones que respondan a un riesgo o desafío más específico identificado por y/o para un grupo o individuo(s) concreto(s) de su comunidad. A diferencia de la prevención primaria, no se dirige a la población en general y se desarrolla e imparte para abordar un tema concreto relacionado específicamente con el odio, el extremismo y la polarización. Por esta razón, la prevención secundaria depende aún más de un mapeo local exhaustivo y debe estar estrechamente relacionada con las vulnerabilidades y necesidades clave identificadas (véase el Capítulo Uno).

Grupos vulnerables

Para las vulnerabilidades clave identificadas para grupos específicos de una comunidad (por ejemplo, una falta de capacidad de pensamiento crítico unida a una exposición particular a la difusión del odio; una preocupación por la discriminación racial o étnica; o un reto en torno a la marginación y los sentimientos de desconfianza, aislamiento y privación de derechos), todas las áreas de intervención utilizadas para la prevención primaria siguen siendo aplicables y pertinentes. Sin embargo, las metodologías específicas seguidas, los objetivos identificados y los mensajes transmitidos serán más específicos. Las intervenciones también pueden durar más tiempo y seguir un programa concreto u otra secuencia. Hay que tener en cuenta que las necesidades de formación de una ciudad serán probablemente más importantes y/o especializadas, dependiendo del contexto, de la vulnerabilidad concreta a la que se enfrente y de la formación y competencias profesionales de las oficinas o profesionales pertinentes del gobierno local.

Particulares

En relación con la prevención secundaria con las personas, esta Guía se centrará predominantemente en los mecanismos de derivación de diversos tipos, de acuerdo con las prioridades expresadas por las ciudades consultadas para esta Guía. Han surgido mecanismos de derivación en varios campos, como la trata de seres humanos, el consumo de drogas, la violencia de género, la reducción de la violencia y la P/CVE. Suelen implicar un proceso formal o informal mediante el cual los profesionales de primera línea, los miembros de la comunidad, los familiares o los compañeros pueden remitir a las personas que muestren determinados comportamientos o vulnerabilidades preocupantes a un grupo de profesionales y profesionales de distintas disciplinas y/o agencias y organizaciones para que identifiquen, evalúen, ayuden y traten a esas personas.

Cada vez se reconoce más el valor añadido de los mecanismos de derivación dirigidos a nivel local en el espacio de la prevención del odio y el extremismo, ya que los responsables políticos, los trabajadores de primera línea e incluso los profesionales de la seguridad han dado cada vez más prioridad a la necesidad de identificar a las personas más vulnerables o que ya están en el camino de la violencia y de conducirlas por una vía no violenta. En los últimos años, han surgido en diferentes contextos locales, en algunos casos dirigidos y gestionados por la ciudad. En algunos contextos pretenden prevenir diversos daños sociales (incluida la violencia extremista), en otros se centran estrictamente en la P/CVE. Se han utilizado diferentes etiquetas para estos mecanismos, como «mesas de situación» (Canadá), «casas de información» (Dinamarca), «casas de seguridad» (Países Bajos), «mesasdesocios» (Bélgica), equipos Ancla (Finlandia) y «paneles Canal» (Reino Unido).

Como se refleja en la guía de la OSCE sobre el tema, aunque no existe un enfoque único para el diseño y la puesta en marcha de un mecanismo de derivación, suele tratarse de un programa, plataforma o iniciativa multiinstitucional y/o multidisciplinar que presenta una serie de características comunes.

  • Incluye a representantes de diversos organismos municipales u otros organismos gubernamentales y OSC de distintas disciplinas, por ejemplo, educación, sanidad, bienestar social, vivienda, juventud, deportes y, si procede, policía;
  • Recibe remisiones de miembros de la comunidad o de la familia, de trabajadores de primera línea y de funcionarios públicos, de personas identificadas como más vulnerables a la violencia motivada por el odio o el extremismo (u otras formas de violencia), o en vías de involucrarse en ella, pero que no han cometido actos violentos;
  • Evalúa los riesgos, necesidades, vulnerabilidades y factores de protección de la persona remitida para determinar el curso de acción adecuado; y Diseña, realiza, supervisa y evalúa intervenciones o planes de apoyo adaptados individualmente que abordan las necesidades y vulnerabilidades de quienes se consideran más expuestos o vulnerables a convertirse en violentos y les ayuda a encaminarse por una vía pacífica.

En el espacio de la prevención del odio y el extremismo, estos procesos pueden ofrecer a los familiares o compañeros preocupados una alternativa a llamar a la policía y arriesgarse potencialmente a una acción de seguridad inmediata y de mano dura. Pueden facilitar la participación temprana de una serie de profesionales que podrían estar bien situados «para llevar a cabo una intervención eficaz y preventiva porque tienen una competencia, experiencia, credibilidad percibida o legitimidad particulares que la policía… no posee«.

Su eficacia depende del compromiso, la habilidad y la experiencia de los profesionales que trabajan con la persona remitida. También depende del nivel de confianza entre los distintos profesionales y organismos implicados en el mecanismo, y entre esos profesionales y organismos y las comunidades locales pertinentes. Dado que estos mecanismos deben apoyarse en gran medida en los trabajadores de primera línea, los proveedores de servicios y las organizaciones comunitarias, al tiempo que permiten la cooperación entre ellos, los gobiernos locales pueden desempeñar un papel central en su apoyo y gestión.

Consideraciones para las ciudades

Tipos de mecanismos de remisión

Los mecanismos de derivación pueden ser gestionados por empleados municipales, trabajadores sociales/juveniles, policía local, OSC o casi cualquiera de las partes interesadas y servicios que se tratan a lo largo de esta Guía, siempre que se ofrezca formación y exista un marco ético sólido. Pueden «dirigirse» a un público determinado (por ejemplo, familias) o estar abiertas al público en general, incluidos amigos, vecinos o compañeros. La autoderivación es otra posibilidad, especialmente cuando una persona busca activamente ayuda para mitigar los riesgos a los que se ha expuesto, pero carece de los recursos, la motivación o la confianza para hacerlo de forma totalmente independiente.

Ejemplos de formas de hacer una derivación

  • Teléfono de ayuda
  • Mecanismos de información del sitio web
  • Aplicaciones móviles
  • «Señalización» institucional (cuando una institución local o un proveedor de servicios plantea una preocupación o dirige a las personas a un servicio adecuado)

Riesgos/desafíos asociados a los distintos métodos de derivación

  • Estigmatización
  • Seguridad de los datos e información personal Ver Sistemas de intercambio de información: 5 consejos en el Capítulo 3
  • Miedo a la criminalización
  • Uso indebido o abuso para fines políticos o de otro tipo
  • Requiere personal 24 horas al día, 7 días a la semana
  • Las plataformas tecnológicas requieren mantenimiento, actualizaciones y seguridad añadida para la protección de datos. Tampoco se adaptan a todo el mundo, donde la familiaridad, el acceso, el idioma y otras cuestiones suponen barreras.

En general, cualquier mecanismo de remisión debería

  • Basarse en investigaciones locales específicas del contexto e incluir factores relacionados con la población destinataria;
  • Consulta con profesionales y practicantes locales, incluso para basarte en múltiples fuentes de información;
  • Tener en cuenta los contextos políticos y sociales más amplios;
  • Tener en cuenta los factores de protección y resiliencia, así como los riesgos relacionados con el extremismo;
  • Estar informado y vinculado a las intervenciones disponibles y
    servicios de apoyo.

    Fuente: OSCE, Comprender los mecanismos de remisión (2019)

Evitar la estigmatización

El objetivo básico de cualquier sistema de remisión es recopilar información sobre casos individuales y la naturaleza de los problemas que se han planteado. Esto requiere la identificación de algunos indicadores básicos (por ejemplo, ¿qué debe considerarse un signo de vulnerabilidad potencial a la violencia de motivación extremista?) Identificar y responder a estas preguntas (a) requiere la consulta y la aportación de un equipo de múltiples partes interesadas y puede requerir aportaciones profesionales adicionales y (b) determinará las áreas clave en las que el mecanismo de remisión puede correr el riesgo de causar o exacerbar la estigmatización. Una forma de reducir la estigmatización es centrarse en los signos objetivos del comportamiento, en lugar de en las características de la personalidad. Cualquier mecanismo de remisión debe evitar dirigirse a grupos o ideologías religiosas o políticas concretas. Las personas remitidas no deben ser presentadas como delincuentes potenciales o amenazas para la seguridad, sino que, al menos en la primera fase de la evaluación, deben ser consideradas como personas vulnerables que necesitan ayuda y apoyo para evitar causarse daño a sí mismas y a los demás.

Exploración y evaluación

Una vez que se ha remitido a una persona, el primer paso suele ser una exploración previa a una evaluación completa. Un cribado inicial permite una verificación básica de los datos incluidos en la remisión y una evaluación de la idoneidad y pertinencia para una remisión. Esto permite remitir a otros servicios en los casos en que las necesidades de una persona puedan abordarse mejor fuera del mecanismo y desencadena una posible participación de la comunidad u otras formas de intervención, si es necesario. Los casos individuales que cumplen los indicadores de elegibilidad identificados se someten entonces a una evaluación completa, que debe realizar una junta o panel multipartito en el que estén representados distintos servicios/departamentos y expertos profesionales.

La evaluación determinará hasta qué punto la persona está expuesta a un riesgo concreto, basándose en una metodología clara y en indicadores compartidos y objetivos. La evaluación también debe servir para identificar los factores de riesgo/vulnerabilidad y de protección, que abrirán vías para una posible intervención. Existen todo tipo de herramientas de evaluación. Algunas de ellas son meramente indicativas, mientras que otras incorporan listas de comprobación o están más formalizadas e implican un juicio profesional estructurado. También hay variaciones significativas en la facilidad de transferencia de estas herramientas a nuevos contextos.

Teniendo en cuenta que ninguna herramienta de este tipo puede ser perfecta, es crucial seleccionar o desarrollar herramientas de evaluación con las que los profesionales se sientan cómodos. La evaluación debe informar sobre el tipo de intervención, así como sobre el proveedor de la intervención mejor situado, ya sea un servicio o profesión concretos y/o una persona específica. También es de vital importancia mitigar los posibles daños durante las evaluaciones (a las personas y las comunidades, pero también, por asociación, a la integridad y la confianza en el planteamiento de una ciudad) y comprender los riesgos, las necesidades y los puntos fuertes de los distintos planteamientos.

Tipos de intervención

El odio, el extremismo y la polarización son fenómenos sociales complejos que no pueden reducirse a un único ámbito de riesgo o conjunto de causas. La interacción entre los distintos factores de riesgo y las causas potenciales, o impulsores, es tan importante como el contexto en el que se desarrollan. Por tanto, las intervenciones deben ser multidisciplinares y basarse en una sólida cooperación entre los distintos servicios, organismos, departamentos o partes interesadas,
e implican un enfoque cooperativo.

Las ciudades con modelos de intervención individuales que han contribuido a esta Guía consideraron importante subrayar que, en la mayoría de los casos, abordar el odio, el extremismo y la polarización no es intrínsecamente diferente de abordar otros problemas sociales. El proveedor de la intervención abordará estas cuestiones en consonancia con su práctica profesional y, aunque puede haber formación especializada o antecedentes necesarios para abordar un caso concreto (por ejemplo, atención informada sobre traumas o cómo reconocer símbolos extremistas), el enfoque básico y las actividades a menudo seguirán siendo coherentes.

A este respecto, se consideró que la mayoría de los casos se beneficiaban de que las ciudades incorporaran los retos del odio, el extremismo y la polarización a los planteamientos profesionales existentes, en lugar de crear una profesión o un modelo totalmente nuevos.

Los programas de intervención pueden adoptar distintas formas, en función de las necesidades y prioridades particulares y recurrentes, pero también en función de los recursos disponibles a nivel local. Las ciudades destacaron las siguientes opciones, o una combinación de ellas, como áreas comunes
de intervención.

  • Trabajo social/juvenil: la intervención se centrará en las condiciones de vida, la educación, la integración social, el acceso a la formación y al empleo, etc;
  • Tutoría: la intervención se basará en una relación personal y plenamente consensuada entre un tutor y un alumno;
  • Psicología y apoyo psicosocial: la intervención se centrará en el bienestar psicológico y el estado de ánimo, pero sólo en raras ocasiones en los trastornos psiquiátricos; abordará simultáneamente la influencia que los distintos entornos sociales pueden tener en la salud física y mental del individuo; y
  • Familia: el objetivo de la intervención es o bien apoyar a una familia y a los padres para fomentar entornos afectuosos y educativos, o bien abordar un riesgo detectado en un entorno familiar.

Importante:

  • Las intervenciones deben abordar algo que importe a las personas/familias;
  • Las intervenciones deben ser de apoyo, facilitar la dignidad y evitar el estigma;
  • Las intervenciones deben tener en cuenta las «consecuencias imprevistas».

Fuente: Programa de Formación del IIJ: Desarrollo de Programas de Intervención Multi-Actor P/CVE
– Aplicación de un Enfoque «No Hacer Daño» que abarque a toda la sociedad
(2021)

Un reto clave que plantearon muchas ciudades fue que la mayoría de las intervenciones individuales a nivel de prevención secundaria se basan en la participación voluntaria. Esto requiere que el propio individuo invierta en la intervención y que vea el valor de comprometerse en primer lugar. También requiere intervenciones que respondan a las necesidades y expectativas del propio individuo, lo que exige una evaluación adicional y exhaustiva. Comprender qué motivará a una persona o a una familia a participar es clave, como también lo es asegurarse de que las personas no se vean sobrecargadas por demasiadas intervenciones y de que la intensidad de una intervención se corresponda con el nivel de riesgo planteado.

Apoyar los mecanismos existentes

Las ciudades pueden optar por no establecer su propio mecanismo de derivación, quizá para evitar la duplicación con uno nacional o quizá porque carecen de mandato suficiente para desarrollarlo. Alternativamente, pueden centrarse en aprovechar un mecanismo existente e integrar aspectos de la prevención del odio y el extremismo en estructuras que ya se ocupan de diferentes daños (por ejemplo, la violencia sexual, el tráfico de personas o la prevención de la delincuencia en general).

Incluso cuando las ciudades no están desarrollando o aprovechando mecanismos a nivel local o regional, a menudo pueden desempeñar un papel importante en la promoción de los mecanismos nacionales, generando confianza en ellos y combatiendo la desinformación y las narrativas conspirativas relacionadas con ellos. Varios países disponen de líneas telefónicas generales de prevención de la delincuencia, y un número cada vez mayor (entre ellos Austria, Canadá, Dinamarca, Francia, Alemania y Luxemburgo) han establecido líneas de ayuda específicas para los problemas relacionados con el odio y el extremismo.

Modelo de Casa de Seguridad, Países Bajos: En los Países Bajos, las «Casas de la Seguridad» son redes locales que reúnen a representantes municipales, la policía, organizaciones comunitarias y otras personas para debatir y desarrollar conjuntamente programas que aborden distintos problemas de seguridad de la comunidad. Aunque originalmente se centraba en una prevención más amplia de la delincuencia, el modelo se amplió para incluir la prevención del extremismo tras la marcha de varios ciudadanos holandeses para unirse al ISIS.

En algunos contextos, la elección puede no limitarse a mecanismos locales o nacionales; también hay ejemplos de mecanismos regionales.

En Columbia Británica (Canadá ), en lugar de establecer un programa en distintas ciudades de un territorio geográficamente muy extenso, el gobierno provincial creó un programa único(Shift-BC) para apoyar las necesidades de prevención secundaria de las ciudades y sus residentes en toda la provincia. En función de las necesidades, la provincia -a través de su Departamento de Seguridad Pública, y con financiación del gobierno federal- pone en contacto a las personas que pueden estar en riesgo de violencia de motivación extremista con los servicios locales de asesoramiento, servicios sociales u otras herramientas. El programa también ofrece formación a los proveedores de servicios psicosociales y otros servicios pertinentes de toda la provincia que trabajan con las personas que les remite el Turno. Como se refleja en el Programa de Formación del IIJ, este enfoque puede tener «atractivo cuando los recursos y las capacidades son limitados, y la carga de casos prevista puede no justificar la inversión en mecanismos permanentes en distintas partes del país, estado o provincia».

Si un gobierno central ya ha abierto una línea directa o un sitio web para recoger remisiones, una ciudad también podría proporcionar apoyo e información adicionales a las familias o personas afectadas. Esto puede ser útil cuando una parte duda o no está segura de hacer una remisión y quiere recibir asesoramiento antes de hacerla. En estos casos, es imperativo evitar el solapamiento y dejar muy clara la distinción entre ambos servicios y de qué es responsable la ciudad.

Dependiendo de la demanda, también puede ser necesario apoyar un enfoque doble que combine líneas directas administradas por el gobierno y por las OSC y otros mecanismos. Esto podría satisfacer tanto a las personas que se sienten más cómodas poniéndose en contacto con una línea directa del gobierno como a las que prefieren hablar con una no gubernamental, dirigida por la comunidad.


Prevención terciaria

Los programas de prevención terciaria suelen dirigirse a personas que se han radicalizado hacia la violencia (incluidos, entre otros, los delincuentes terroristas) y posiblemente a sus familias, así como a quienes, por diversas razones, no han ingresado en el sistema penitenciario, pero que pueden demostrar cierto nivel de apoyo a la violencia motivada por el odio o el extremismo. Esto incluye a los combatientes terroristas extranjeros (FTF) retornados que, por una razón u otra, no son procesados, y a sus familiares.

Este tipo de trabajo de prevención, que generalmente se centra en posibilitar la rehabilitación y reinserción (R&R) del individuo en su comunidad, suele tener lugar en un entorno penitenciario o de libertad condicional o directamente en la comunidad. Aunque los programas de prevención secundaria y terciaria tienen objetivos y metas diferentes, comparten una serie de elementos comunes, por ejemplo, intervenciones religiosas, psicosociales, de asesoramiento familiar, deportivas y culturales, de formación y colocación laboral, de vivienda y de tutoría, y por tanto pueden implicar a los mismos tipos de profesionales y practicantes.

Al igual que en la prevención secundaria, es probable que los destinatarios de las medidas de prevención terciaria tengan una diversidad de necesidades y vulnerabilidades; por ello, es improbable que un solo profesional o institución pueda abordarlas todas. Así pues, como en el caso de la prevención secundaria, se requiere un enfoque coordinado y multipartito, aunque es probable que los profesionales y las organizaciones implicadas necesiten la formación especializada necesaria para trabajar con una cohorte que tiene más probabilidades de suponer un riesgo para la seguridad o que ha sufrido traumas más que aquellos con los que suelen trabajar.

Sin embargo, a pesar de estas similitudes, los ejemplos de esfuerzos de prevención terciaria dirigidos por las ciudades son escasos. En cambio, las fuerzas de seguridad nacionales y otros agentes de seguridad han sido, por lo general, los principales actores en este ámbito.

Esto se debe a varios factores, entre ellos: 1) Los elevados riesgos de seguridad que suelen asociarse a los objetivos de este tipo de trabajo de prevención; 2) el limitado acceso que las administraciones locales y los proveedores de servicios locales suelen tener a esta población, lo que a su vez les deja con una experiencia limitada a la hora de relacionarse con ellos y, por tanto, con poco valor añadido que mostrar; y 3) debido a la mayor sensibilidad en materia de seguridad nacional que rodea a estas personas, es más probable que los gobiernos centrales consideren la prevención terciaria (en contraposición a la prevención primaria y secundaria) como su responsabilidad exclusiva. Por ello, los casos en los que los gobiernos locales reciben o se consideran a sí mismos con un mandato en este ámbito son más limitados que en otros niveles de prevención.

El papel de las ciudades en la prevención terciaria

Sin embargo, esto está cambiando gradualmente a medida que muchos países se enfrentan al regreso de ciudadanos que habían viajado a las regiones de Siria e Irak asoladas por el conflicto para unirse al denominado Estado Islámico. Aunque algunos pueden ser procesados, la mayoría -algunos de los cuales pueden haberse radicalizado hacia la violencia y muchos de los cuales habrán sufrido importantes traumas como consecuencia de su experiencia- regresarán a las comunidades de las que proceden. El éxito de su reintegración se considera ahora un imperativo tanto humanitario como de seguridad. Cada vez más, se considera que los gobiernos locales, por muchas de las ventajas comparativas que ofrecen en el espacio de la prevención secundaria, tienen un papel importante que desempeñar en la rehabilitación y reinserción de los retornados que no acaban en prisión o de los que son puestos en libertad tras cumplir lo que suelen ser condenas cortas.

Por su parte, los gobiernos nacionales son cada vez más conscientes de la necesidad de que los agentes locales se impliquen más en el apoyo al proceso de retorno y están creando oportunidades para que contribuyan.

Como demuestra la práctica de varias ciudades, los gobiernos locales, si reciben el mandato, los recursos y la capacitación adecuados, pueden asumir una serie de responsabilidades en un ámbito en el que intervienen múltiples partes interesadas; y es probable que sea esencial permitir y mantener la coordinación y la cooperación entre ellas.

Por ejemplo, puede:

  • Servir de punto de contacto para todas las partes interesadas (por ejemplo, familiares, proveedores de servicios, miembros de la comunidad, fuerzas del orden, organismos de la administración local);
  • Coordinar y/o contribuir a una evaluación exhaustiva de los riesgos, necesidades y vulnerabilidades de cada individuo objetivo;
  • Establecer y gestionar una red formada por las diversas partes implicadas en el proceso de reintegración, que pueda permitir un intercambio eficaz de información y buenas prácticas entre ellas, así como con el público;
  • Comprométete con las empresas locales, las escuelas y las familias para mitigar el estigma al que probablemente se enfrente un retornado cuando intente reintegrarse;
  • Proporcionar información y apoyo esenciales a los proveedores de servicios implicados en el proceso;
  • Desarrollar directrices, basándose en las buenas prácticas internacionales, para informar el trabajo de los distintos profesionales y practicantes que probablemente participen en el apoyo a los objetivos individuales de las intervenciones de prevención terciaria; y en general;
  • Reducir las diferencias de mentalidad entre los agentes de seguridad y los proveedores psicosociales, los trabajadores de protección de menores, etc;
  • Permitir un enfoque multipartito cohesionado, navegando entre los marcos nacionales y locales pertinentes.
  • Crear una sólida estructura de apoyo que ayude a la reintegración y rehabilitación de los retornados en la ciudad, equilibrando sus necesidades individuales con los requisitos más amplios de la seguridad nacional.

Consideraciones especiales para las ciudades que desean participar en la prevención terciaria:

  • Trauma agravado: Los beneficiarios tienen más probabilidades de sufrir trastorno de estrés postraumático (TEPT) u otras formas de trauma como consecuencia de su exposición a la violencia y suelen estar más avanzados en el camino de la radicalización hacia la violencia motivada por el odio o el extremismo.
    En consecuencia, quienes participan en programas de prevención terciaria pueden necesitar una formación más especializada y un mayor compromiso en cuestiones psicológicas, ideológicas y teológicas que quienes trabajan en la prevención en sentido más amplio.
  • Apoyo intensivo/sostenido: Los destinatarios de la prevención terciaria que regresan a sus comunidades (por ejemplo, tras cumplir condena en prisión o volver de una zona de conflicto) a menudo necesitarán un apoyo más intensivo y sostenido en una serie de cuestiones prácticas (por ejemplo, vivienda, trabajo, educación) para facilitar su reinserción en la sociedad que los destinatarios de los esfuerzos de prevención secundaria.
  • Aumento del estigma: Las ciudades tendrán que estar preparadas para afrontar y mitigar el estigma que estos individuos pueden recibir de la comunidad en general y el potencial de que esto no sólo socave los esfuerzos de reintegración, sino que fomente la reincidencia. Además de trabajar con las comunidades que acogen a estas personas, las ciudades también pueden realizar una importante labor para implicar a las empresas locales, las escuelas y los medios de comunicación en un esfuerzo por minimizar la estigmatización y permitir que las personas no se definan por su comportamiento pasado. A menos que se mitigue, se ha demostrado que el estigma complica los esfuerzos para que las personas puedan acceder a un apoyo psicosocial, educativo, de vivienda, económico y profesional crítico.
  • Coordinación con los Agentes de Seguridad Nacional: A diferencia de la prevención secundaria, es probable que se necesite cierto nivel de intercambio bidireccional de información u otro tipo de coordinación con los agentes de seguridad nacional, dada la naturaleza de las personas a las que se dirigen los esfuerzos de prevención terciaria. Así pues, las ciudades tendrán que sortear la reticencia general de los servicios de seguridad y la policía a compartir con el gobierno local lo que consideran información sensible sobre los objetivos de los esfuerzos de prevención terciaria. Sin embargo, la imposibilidad de acceder a dicha información podría socavar la capacidad de la ciudad para comprender y, por tanto, abordar las necesidades y vulnerabilidades de la persona en cuestión.

Esfuerzos de R&R dirigidos por la ciudad

La Haya (Países Bajos ) colabora estrechamente con una serie de organismos nacionales y organizaciones de la sociedad civil sobre este tema y ha elaborado un «Manual del Retornado», un documento confidencial para todas las partes interesadas nacionales y de la ciudad implicadas en la gestión de los retornados a la ciudad. El documento describe la política municipal, así como las acciones que pueden emprenderse en relación con los retornados. Se centra en el papel de los agentes locales, pero también lo sitúa en el marco nacional y en la necesidad de que este trabajo se realice en consulta con las partes interesadas nacionales.

Este planteamiento pone de relieve la importancia de que los agentes nacionales y locales, incluida la ciudad, tengan un entendimiento común del planteamiento general de la gestión de los retornados y de las funciones y responsabilidades de las partes implicadas. Como tal, aclara que el papel de la ciudad en este caso se centra en supervisar la atención a los ex presos por extremismo violento y a los adultos y menores que regresan a la ciudad desde Siria e Irak, pero no aterrizan en prisión.

Berlín, Alemania ha desarrollado una estrategia de R&R basada en un enfoque integral de toda la sociedad y supervisada por un único punto de contacto integrado en el gobierno local, que coordina a múltiples actores -trabajadores sociales, organizaciones comunitarias, policía y otros- para garantizar que se presta el apoyo adecuado a los retornados a su llegada a Berlín. La estrategia ofrece una visión a largo plazo de la R&R, reconociendo que el proceso de R&R puede durar varios años por individuo.

Cërrik (Albania ) es la primera ciudad que puso a prueba un programa de R&R en su país, unos años antes de la repatriación inicial dirigida por el gobierno nacional. El gobierno local colaboró estrechamente con OSC con experiencia en apoyo psicosocial, así como con el gobierno nacional, en la coordinación de los servicios de R&R. Aprobó planes individuales de apoyo estructurado basados en las necesidades de las familias que regresaron a Cërrik. Además, la ciudad proporcionó espacios seguros y facilitó apoyo adicional en especie para la programación llevada a cabo por la sociedad civil y las organizaciones comunitarias.


Formación y capacitación

La mejor forma de prevenir es mediante un planteamiento que englobe a toda la sociedad, en el que los distintos agentes puedan desempeñar eficazmente su papel en apoyo del plan o la política de la ciudad. Esto puede requerir la capacitación de diferentes actores mediante formación y recursos, especialmente para aquellos cuya función no se ocupe explícitamente de la prevención del odio y el extremismo o que no tengan ninguna experiencia al respecto. Para sacar el máximo partido de su equipo y de otras partes interesadas que contribuyan, la ciudad debe identificar los conocimientos especializados y facilitar el acceso a la formación y a los recursos que ayuden a mejorar:

Familiaridad con el odio, el extremismo y las amenazas relacionadas con la seguridad pública, la democracia local y la cohesión social, y comprensión de cómo la desinformación, la desinformación y las narrativas conspirativas las alimentan. Esto puede incluir antecedentes y enfoques teóricos, así como las amenazas concretas a las que se enfrenta la ciudad, como la islamofobia, los sentimientos antimigrantes, anti-LBGTQI+, antisemitas u otras formas de odio, los sentimientos antisistema y las dinámicas locales que pueden contribuir a la violencia extremista y motivada por el odio.
Los conocimientos y habilidades necesarios para diseñar, gestionar y evaluar proyectos de prevención que sigan un enfoque de «no hacer daño». Esto es igualmente importante para la sociedad civil y los agentes comunitarios que pueden solicitar apoyo para dirigir programas en sus comunidades.

  • Familiaridad con los marcos estratégicos de prevención locales y nacionales y su papel en el apoyo a los mismos.
  • Procesos para informar y responder a situaciones potencialmente peligrosas.
  • La comunicación y el compromiso con los residentes de la ciudad dirigidos por el gobierno local, especialmente cuando se trabaja con personas potencialmente vulnerables.

Las ciudades deben tener en cuenta la necesidad de garantizar que la formación y otras ayudas estén disponibles de forma continua. De ese modo, cada actor puede adquirir las habilidades y conocimientos pertinentes de forma sostenida, en lugar de a través de sesiones de un solo día, y mantenerse al día de los nuevos avances y enfoques.

Definir las necesidades de formación

Reconocer que puede ser necesaria una formación especializada para equipar a las ciudades para hacer frente al odio, el extremismo y la polarización no es «excepcionalizar» el tema. Más bien reconoce que, aunque todas las partes interesadas aplicarán un conjunto de habilidades para abordar cualquier problema dado de acuerdo con su formación profesional y las responsabilidades de su función, puede haber algunas lagunas específicas que deban abordarse al enfrentarse a estos retos concretos.

Todas estas lagunas deben identificarse en el contexto de las responsabilidades señaladas en el plan o marco local de una ciudad, no sólo lo mucho o poco que sabe una persona concreta sobre prevención en general. Es probable que también se identifiquen muchas lagunas a través de los mapeos iniciales que se realicen; de nuevo, siempre que dicho mapeo sea exhaustivo e inclusivo, seguirá informando sobre todos los aspectos del enfoque y las necesidades de prevención de una ciudad.

¿Necesidades generales o específicas?

Es probable que haya distintos niveles de necesidad para las distintas partes interesadas, en función de su formación profesional, competencias existentes y papel en el enfoque local.

Algunos ejemplos de necesidades generales de formación expresadas por las ciudades son:

  • Sensibilización sobre lo que puede suponer la prevención, por qué las ciudades son relevantes y qué hacen y han aprendido otras ciudades;
  • Conocimiento de las amenazas locales y familiarización con la estrategia nacional, si procede.
  • Comprensión del trasfondo relacionado con los diferentes aspectos ideológicos del extremismo, la polarización y el odio y las narrativas clave y los grupos vulnerables.

Estos ejemplos pretenden ser ilustrativos, no exhaustivos, y demostrar que las ciudades tendrán necesidades más específicas y especializadas, así como lagunas más generales en los conocimientos y capacidades de las distintas partes interesadas.

Algunos ejemplos de necesidades de formación más específicas expresadas por las ciudades son:

  • Formación en sensibilidad de género;
  • Protección de la infancia;
  • Violencia doméstica y
    comportamiento coercitivo;
  • Apoyo psicosocial y
    tutoría individual;
  • Daños online, incluida la comprensión de las narrativas conspirativas y la desinformación;
  • Sistemas de derivación, protección de datos y mecanismos/protocolos de coordinación.

Stamford (Connecticut), EEUU: «Stamford se posiciona contra el racismo» es un colectivo de organizaciones religiosas y de servicios humanos que trabaja con funcionarios electos, el distrito escolar, el Departamento de Policía y otros para comprometerse y concienciar sobre el racismo institucional, formar a miembros del público y grupos comunitarios en planes de estudios antirracistas y educar sobre las disparidades y desigualdades sociales. Otros grupos son la Alianza de Salud Mental Juvenil de Stamford, el Clero Preocupado, el Consejo Interreligioso del Suroeste de Connecticut y Stamford Cradle to Career.

Condado de Isiolo, Kenia: Para ampliar los esfuerzos locales de prevención, el condado de Isiolo
organizó una formación intensiva sobre prevención del odio y el extremismo para su Foro de Participación Comunitaria multidisciplinar, que incluye a funcionarios del condado, instituciones educativas, líderes tradicionales y religiosos y organizaciones de la sociedad civil. La formación abarcó temas que iban desde el apoyo psicosocial, cómo supervisar y evaluar las actividades, hasta cómo implicar al sector privado en la
tema de la prevención del odio y el extremismo.

Seattle, Washington, EE.UU., impartió formación en toda la ciudad sobre la prevención del odio y la polarización en el lugar de trabajo. El gobierno local colaboró con un grupo de reflexión para desarrollar e impartir formaciones piloto, tras lo cual se utilizaron los comentarios y otras aportaciones para mejorar e introducir un nuevo programa de formación. Esto también ayudó a la ciudad a desarrollar recomendaciones de mejora de políticas y prácticas para abordar la polarización en el lugar de trabajo.

Principios clave para la formación y el desarrollo de capacidades

  • Los programas de desarrollo de capacidades deben basarse en las necesidades reales y adaptarse a cada parte interesada. Estas necesidades deberían identificarse en los mapeos iniciales, pero podrían requerir una evaluación más detallada.
  • Los programas deben abarcar una serie de temas que sean relevantes para la función de una parte interesada, tanto si participa a nivel comunitario como individual. Esto debería incluir el desarrollo de habilidades prácticas relacionadas con la búsqueda de modelos multipartitos que apoyen la gestión de proyectos, la comunicación, la MEL y más.
  • La formación no debe limitarse sólo a las habilidades «duras». Dada la naturaleza del extremismo, la polarización y el odio, así como la sensibilidad y los matices que deben comprenderse al abordar estas cuestiones, también debería implicar un examen de las nociones preconcebidas, los prejuicios inconscientes y las suposiciones.
  • Aunque puede ser necesario que cierta formación sea obligatoria, en general toda formación suele ser más eficaz cuando la participación es voluntaria y la persona que recibe la formación se implica en sus resultados.
  • Cuando proceda, los gobiernos locales deben aprovechar las buenas prácticas internacionales existentes y basarse en las lecciones de otras ciudades.
  • La formación debe incorporar, siempre que sea posible, ejercicios prácticos que permitan a los participantes relacionar los conocimientos y habilidades con la aplicación en la vida real. Dichos enfoques deben estar orientados a abordar cuestiones concretas con las que probablemente se encuentren los interesados, en lugar de emplear un plan de formación generalizado. Esto debe incluir herramientas de aprendizaje interactivas, como ejercicios de mesa, que pongan a prueba los conocimientos y habilidades de los participantes y les ayuden a aplicarlos de forma crítica.
  • Cada parte interesada debe ser considerada individualmente para proporcionarle la formación que necesita para desempeñar su papel particular, y colectivamente para promover un enfoque cooperativo en el que cada papel refuerce los esfuerzos de los demás.
  • En la medida de lo posible, las ciudades deberían adaptar las herramientas y modelos de desarrollo de capacidades existentes para satisfacer las necesidades de prevención, en lugar de crear planes de estudios específicos desde cero.
  • Los gobiernos locales deben considerar las oportunidades de asociarse con la sociedad civil, el sector privado y las organizaciones multilaterales especializadas en formación en prevención para cubrir las lagunas existentes.
  • Las ciudades deben invertir en modelos de «formación de formadores» que sean escalables y puedan adaptarse a las necesidades locales e hiperlocales para mejorar la sostenibilidad y maximizar el alcance.

Nota: este consejo incluye orientaciones del Conjunto de herramientas para la aplicación del CEN

Proveedores de formación

En muchos casos, las agencias, departamentos u organizaciones individuales serán responsables de procurar/impartir formación a sus propios empleados. Cuando se trata de abordar algunas de las dinámicas particulares de la prevención, puede ser útil abrir las sesiones de formación a profesionales de distintos ámbitos (por ejemplo, administración local/urbana, organismos del gobierno central, OSC, grupos religiosos, centros juveniles/comunitarios, clubes deportivos, etc.) Esto podría ser una forma útil de romper las barreras institucionales y generar confianza, al permitir que los distintos actores compartan una experiencia común y ofrezcan puntos de vista que reflejen sus distintas posiciones.

Es poco probable que las ciudades desarrollen recursos de formación por sí mismas. En su lugar, los funcionarios locales pueden trabajar con expertos para identificar y adaptar los recursos existentes o encargar la creación de otros nuevos que estén específicamente adaptados para apoyar a las distintas partes interesadas de su ciudad.

No todo el mundo está preparado para ser formador y, para algunas necesidades, se necesitarán cualificaciones profesionales muy especializadas y experiencia.

No obstante, he aquí algunas distinciones básicas entre los tipos de formación que se imparten:

  • Formación interna: un profesional de la administración municipal, tal vez siguiendo un programa de formación de formadores, puede ofrecer la formación.
  • Formador externo: las ciudades deben considerar, si la financiación lo permite, publicar una convocatoria de propuestas (o cualquier procedimiento similar) para seleccionar al formador más cualificado, basándose en criterios especificados. Si no se dispone de financiación, deben trabajar con socios, como organizaciones de la sociedad civil, el gobierno nacional y/o la comunidad internacional de donantes, para identificar y contratar expertos que aborden las carencias de capacidad.
  • Asociaciones de gobiernos locales: existen en muchos países, y una de sus funciones suele ser organizar y/o impartir actividades de formación. La Asociación Sudafricana de Gobiernos Locales, por ejemplo, invierte en importantes oportunidades de aprendizaje para las ciudades sudafricanas en materia de prevención de la violencia. Por ejemplo, anima a los gobiernos locales a comprometerse con la Prevención de la Violencia mediante la Mejora Urbana, que reúne a las ciudades centrándose en la ejecución de intervenciones en los focos de delincuencia.

Experiencia entre iguales: en función de las necesidades, una ciudad puede querer basarse en lo que otras ciudades ya han aprendido. La experiencia de otras ciudades puede ser útil y se puede acceder a ella a través de Ciudades Fuertes y otros socios.

Por ejemplo, tras el taller de Ciudades Fuertes, representantes de Busia (Kenia ) organizaron una visita de aprendizaje a la ciudad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica ) centrada en su marco de prevención recientemente lanzado y en cómo lo han integrado en sus esfuerzos más amplios de prevención de la delincuencia. Además, Diálogos para el Cambio Urbano ha facilitado una asociación entre cuatro ciudades de Sudáfrica y Alemania para compartir aprendizajes sobre cómo la planificación y el diseño urbanos pueden contribuir a la seguridad.

Cuando las ciudades u organizaciones necesitan formar a un número importante de profesionales, los programas de formación de formadores -en los que un grupo más reducido de participantes está preparado para impartir la formación a un público más amplio, maximizando el alcance- pueden ser un buen modelo a adoptar.


Al llevar a cabo la prevención, es muy probable que las ciudades tengan que enfrentarse a cuestiones específicas que planteen mayores sensibilidades o dificultades para las intervenciones. Las áreas que se destacan a continuación no son ni mucho menos exhaustivas, pero se encuentran entre las principales cuestiones planteadas por las ciudades consultadas para esta Guía.

Comprometerse con grupos históricamente marginados o de difícil acceso

La exclusión y la marginación ofrecen un terreno fértil para el odio, el extremismo y la polarización, y hacen que grupos específicos sean especialmente vulnerables. Aunque esto los convierte en importantes grupos destinatarios de la prevención secundaria, por definición son más difíciles de captar. Esta exclusión también puede ser un proceso bidireccional: si un grupo es marginado de forma sistemática durante un largo periodo de tiempo, puede acabar autoexcluyéndose y recurriendo a sus propios mecanismos de apoyo al margen de los servicios prestados por una ciudad. Es probable que la confianza sea extremadamente limitada, si es que existe. En particular, las ciudades destacaron los siguientes aprendizajes clave para dicho compromiso:

Comprométete a través de un intermediario de confianza o un tercero que pueda mediar en el compromiso basándose en la comprensión de las necesidades y perspectivas tanto de la ciudad como del grupo marginado. Podría ser una organización de la sociedad civil u otra parte interesada de confianza con credibilidad a los ojos del grupo.

Invierte en construir relaciones a largo plazo con dichos grupos, que existan independientemente de cualquier intervención específica en torno a la seguridad o al odio, el extremismo y la polarización. Las ciudades deben implicar a las comunidades de buena fe, no sólo para recabar información sobre las amenazas. Los grupos históricamente marginados que mantienen desde hace tiempo sentimientos de exclusión necesitan sentirse valorados y validados, en lugar de ser vistos sólo como una amenaza potencial, lo que probablemente sólo reforzaría las percepciones de exclusión y/o discriminación.

Recuerda que el objetivo de los ejercicios de creación de confianza no es necesariamente que todas las partes estén de acuerdo. En cambio, puede ser más importante que todas las partes escuchen y comprendan la perspectiva de la otra, establezcan objetivos comunes y abran un espacio seguro para el diálogo.

Equilibrar la inmigración, los refugiados y otros recién llegados con la cohesión social

Las ciudades son lugares a los que llegan continuamente nuevas personas; su diversidad y crecimiento pueden ser un activo valioso para construir una sociedad respetuosa, tolerante e integradora. Al mismo tiempo, el reto de acoger a un número considerable de personas o de responder a crisis repentinas de refugiados o desplazados puede poner a prueba los servicios y recursos y crear problemas de integración y cohesión social, especialmente cuando se acumulan resentimientos, crecen las tensiones y las situaciones volátiles son manipuladas o exacerbadas por quienes siembran la división y el odio o avivan la polarización difundiendo desinformación y narrativas conspirativas. Algunas enseñanzas clave de ciudades con experiencia en la gestión de estas dificultades son:

  • Establecer planes y/o comités de acogida e identificar actividades de iniciación como la familiarización con los servicios e instituciones locales, así como diálogos culturales y religiosos.
  • Dar prioridad a la oferta lingüística, que puede mitigar el riesgo de exclusión y marginación y capacitar a los recién llegados para participar más en los servicios de una ciudad, así como con otras comunidades.
  • Ofrecer un apoyo más amplio en materia de educación, formación y empleo, o identificar socios que puedan hacerlo.
  • Desarrollar la comunicación pública y la sensibilización sobre los beneficios de la inmigración, así como la lucha contra los prejuicios y la discriminación.
  • Reconocer que la integración es un proceso bidireccional: los recién llegados deben tener el deseo y la motivación de integrarse en una nueva sociedad o comunidad, pero la comunidad de acogida también debe estar dispuesta a acoger a los recién llegados y puede necesitar comprender mejor las normas culturales y religiosas.
    así como las circunstancias y necesidades de los distintos grupos.

Apoyar la cohesión social y acoger a los recién llegados: ejemplos de ciudades

Comunicación y direccionamiento
Desinformación y desinformación

Bilbao, España, tiene una sección dedicada a la «Concienciación e Impacto Social» en su Tercer Plan de Ciudad Intercultural, que reconoce que ninguna estrategia de integración o inclusión está completa sin esfuerzos para abordar activamente todas las formas de intolerancia y discriminación. Por ello, el Plan se compromete a realizar campañas de sensibilización y concienciación (a través de los medios de comunicación sociales y tradicionales) para disipar las narrativas contrarias a los inmigrantes y promover la tolerancia y las «narrativas positivas» sobre las «ventajas de la diversidad».

La ciudad también produjo un documental y publicaciones para destacar el papel clave de los inmigrantes (con especial atención a las mujeres inmigrantes) en el enriquecimiento de la ciudad, presentándolos como «profesionales, líderes, pensadores, políticos y empresarios», y haciendo frente así a las narrativas antimigrantes que afirman que sólo son una carga (en lugar de contribuir) al paisaje social y económico de una ciudad.

Ayuda

Bratislava, Eslovaquia, creó un Centro de Crisis para apoyar e integrar a los refugiados ucranianos que llegan. El centro coordina a las ONG locales, la policía local y los organismos nacionales para prestar un apoyo sustancial para hacer frente a la crisis.

Columbus (Ohio, EE.UU.) puso en marcha la Nueva Iniciativa Americana para ayudar a los refugiados e inmigrantes que se trasladan a Columbus a tener acceso inmediato a los servicios y programas de la ciudad para ayudarles a instalarse más rápidamente en su nuevo hogar y convertirse en «residentes productivos y equitativos».

Integración

Breslavia (Polonia ) ha adoptado diversas medidas para apoyar a los refugiados y fomentar la cohesión social. Ha creado un Centro de Integración que dirige la integración de los inmigrantes asociándose con más de 140 organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil para prestar sus servicios. Es el organismo clave que apoya la integración de los refugiados ucranianos.

Cuando se produjo la afluencia de refugiados, apoyaron la inscripción de los niños en las escuelas, proporcionándoles alojamiento y servicios sociales y, cuando fue necesario, ayuda humanitaria. Sin embargo, el Centro también tiene servicios regulares que presta a todos los inmigrantes sin coste alguno, como clases de lengua polaca. Además, el gobierno local también creó un Centro de Desarrollo Social para promover la cohesión social, apoyar a migrantes y refugiados, hacer frente al odio, la polarización y la desinformación y facilitar el diálogo intercultural. Coopera con organizaciones comunitarias de toda la ciudad para gestionar centros de actividades en 22 barrios.

En cuanto a los refugiados y la migración, el Centro gestiona una plataforma en línea, WroMigrant, diseñada para satisfacer las necesidades de los extranjeros, que se enfrentan a diversos tipos de dificultades formales y jurídicas, así como a barreras lingüísticas y culturales, que obstaculizan su funcionamiento en la vida cotidiana.


Otros estudios de casos: Migración y refugiados

Koboko, Uganda, es una ciudad fronteriza de Uganda que acoge a un elevado número de refugiados congoleños y sursudaneses. En el pasado, la ciudad experimentó tensiones y violencia entre las comunidades locales y los refugiados, causadas en parte por el impacto del cambio demográfico en las infraestructuras críticas y el acceso a los servicios, así como por las disputas por los terrenos cedidos a los refugiados.

Para hacer frente a este reto, Koboko hizo lo siguiente:

  • En primer lugar, hizo un esfuerzo explícito por determinar las preocupaciones y necesidades tanto de los refugiados como de las comunidades de acogida.
  • A continuación, utilizó su mapeo de necesidades para desarrollar y poner en marcha una serie de proyectos centrados en la integración de los refugiados en todos los aspectos de la ciudad: social, económico, cultural, etc. Esto incluyó la construcción de un centro de traumatología que ofreciera apoyo psicosocial a los refugiados, así como la construcción de escuelas, mercados e instalaciones sanitarias adicionales para garantizar que todos los refugiados tuvieran acceso a los servicios básicos.
  • Para mantener este esfuerzo, la ciudad ofreció entonces formación en iniciativa empresarial y apoyo con capital inicial para ayudar a los refugiados a crear sus propias empresas y contribuir así al mercado laboral local y sentirse parte de él.

Es importante destacar que, en todos estos esfuerzos, la ciudad hizo hincapié en la inclusión, garantizando que los servicios y el apoyo se ofrecieran por igual a los refugiados y a los residentes de larga data.

Susa (Túnez ), un próspero centro urbano costero, ha experimentado una importante afluencia de emigrantes internos del campo a la ciudad, agravada por un reciente aumento de recién llegados. Esta afluencia de recién llegados ha supuesto una inmensa presión sobre la capacidad de la ciudad para proporcionar a todos sus residentes incluso los elementos vitales más básicos, incluida una vivienda adecuada. Como consecuencia, la aparición de viviendas informales, los altos índices de abandono escolar y el desempleo en estas zonas desfavorecidas se han convertido en una preocupación acuciante.

La ciudad ha puesto en marcha una serie de iniciativas para afrontar estos retos y garantizar que tanto los recién llegados como los residentes de larga data reciben los servicios que necesitan. En primer lugar, Sousse se asoció con la OIM y la Oficina Nacional de Familia y Población para desplegar una unidad móvil capaz de prestar apoyo inmediato y práctico en las comunidades con grandes volúmenes de migrantes, y para concienciar sobre los servicios y el apoyo (tanto por parte del gobierno local como de la OIM como socio internacional) de que disponen.

La asociación con la Oficina Nacional de Familia y Población también dio lugar al desarrollo de recursos sobre migración tanto para los recién llegados como para los proveedores de servicios. Esto incluye la creación de un mecanismo de remisión, una «hoja de trucos» que describa los organismos/partes interesadas responsables de los distintos tipos de prestación de servicios a los inmigrantes.

Por otra parte, la ciudad ha puesto en marcha campañas de sensibilización mediante las cuales está disipando las narrativas contrarias a los inmigrantes y ha creado un «mostrador de orientación para inmigrantes» que sirve como recurso dedicado a la integración social. También ha abogado firmemente por que el gobierno nacional reconozca y apoye el papel de los gobiernos locales en la gestión de los retos migratorios, lo que le ha valido el título de «Ciudad Solidaria, con los Migrantes, Refugiados y Solicitantes de Asilo«.

Gestionar las protestas y equilibrar la libertad de expresión con la seguridad pública

El derecho humano fundamental a protestar y a desafiar a la autoridad puede ser socavado y abusado por quienes avivan el odio, el extremismo y la polarización y pretenden promulgar o incitar a la violencia. Como lugares de protestas y, a veces, objetivos directos de las mismas, las ciudades se enfrentan a estos retos, sobre todo cuando se aplican a reuniones y manifestaciones físicas. Trabajando en estrecha colaboración con los gobiernos centrales y la policía, a menudo se exige a las ciudades que identifiquen y luego mantengan el sutil equilibrio entre la libertad de expresión y la seguridad pública.

Un punto de referencia claro y sencillo es el artículo 5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP): «Ninguna disposición del presente Pacto podrá ser interpretada en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendentes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades reconocidos en el presente Pacto o a su limitación en mayor medida que la prevista en él.» El artículo establece que ningún derecho individual se extiende al derecho a infringir los derechos de los demás, lo que proporciona un indicador de dónde se cruza la línea y puede estar en peligro la seguridad pública en el ejemplo de una protesta o manifestación.

La gestión de las concentraciones organizadas y la apertura de la comunicación con los organizadores, así como con los de las posibles contramanifestaciones, deben llevarse a cabo desde el principio, dejando claras las líneas de diálogo y negociación. Este compromiso debe establecer expectativas de comportamiento y explicar por qué se lleva a cabo la actividad. Del mismo modo, el compromiso y la divulgación comunitarios deben llevarse a cabo con todos los grupos afectados por la manifestación, incluidos los grupos específicos a los que se dirigen los manifestantes.

Las ciudades deben ser conscientes de los grupos que pueden aprovecharse de la marcha o manifestación prevista para promover sus propios intereses, incluso a través de las redes sociales.

Los gobiernos locales deben ser conscientes de los riesgos que pueden crear las contraprotestas, subrayando la necesidad de evitar la proximidad de ambos acontecimientos. En cuanto a la actuación policial, las ciudades consultadas consideran que el objetivo es que las fuerzas del orden no empeoren la situación y, por tanto, aunque la presencia policial visible debe ser limitada durante una marcha, la policía debe estar presente en el lugar por si algo va mal.

Respuesta a la crisis

Las ciudades invierten en prevención con la esperanza de tener menos probabilidades de sufrir atentados e incidentes relacionados con la violencia y el terrorismo. Pero también deben reconocer que puede ocurrir lo peor y entonces deben estar preparados para responder. La respuesta tras un atentado y el apoyo a las víctimas del terrorismo o de delitos motivados por el odio requieren anticipación y preparación.

En el caso de un atentado terrorista a gran escala, algunos consideran que la formación tiene una utilidad limitada: la mayoría de los profesionales recibirán formación en un momento determinado, para un acontecimiento que puede tener lugar años más tarde, o que puede no llegar a producirse nunca. Cuando tienen que reaccionar, pueden haber olvidado por completo su entrenamiento, o pueden estar (comprensiblemente) demasiado estresados o inmovilizados para reaccionar adecuada o rápidamente. Los ejercicios y las simulaciones suelen considerarse formas más útiles de formación, ya sea en formato de mesa o en la vida real. Esto incluye crear redes y conexiones entre profesionales, organismos e instituciones relevantes para la respuesta, acordar las funciones y responsabilidades respectivas y poner a prueba la cooperación en diferentes escenarios. Para más información sobre la formación y el desarrollo de capacidades en general, véase el Capítulo 3.

La preparación debe tener lugar en tiempos de paz y no en tiempos de crisis. Cuando ocurre algo, las ciudades tienen que disponer de planes y procedimientos de gestión de crisis. Preferiblemente, estos planes y procedimientos deben formalizarse y actualizarse periódicamente. La línea de mando debe estar clara, aunque los organismos gubernamentales nacionales probablemente tomen la iniciativa en un caso concreto.

Inmediatamente después, y dependiendo del incidente, el papel de una ciudad podría limitarse a proporcionar apoyo logístico e instalaciones adecuadas. Más allá de esto, emitir comunicaciones públicas claras, avisos de seguridad pública y llegar a las comunidades será probablemente un área de apoyo. También puede ser adecuado un papel diferenciado para los alcaldes y los líderes locales (para más información, véase la Guía del Alcalde de Ciudades Fuertes). El apoyo a las víctimas debe estar disponible lo antes posible para mitigar el impacto a largo plazo, y debe abarcar todos los ámbitos necesarios: médico, psicológico, social, jurídico, administrativo, financiero, etc. Este apoyo debe ser prestado en la medida de lo posible por profesionales formados, dada la importancia y la magnitud del daño potencial.

Tras la crisis, las ciudades se enfrentan a responsabilidades permanentes de resiliencia, recuerdo y prevención renovada. Por tanto, es esencial escuchar a todas las víctimas y permitirles que tomen por sí mismas decisiones clave en determinados ámbitos (por ejemplo, sobre la construcción de un lugar conmemorativo). La reconstrucción es un proceso a largo plazo y las comunidades locales pueden seguir afectadas durante años después de un atentado.

Por último, las ciudades son responsables de «ayudar a los que ayudan» protegiendo y salvaguardando a los profesionales y a los intervinientes locales, empezando por su propio personal. Deben ofrecer atención y apoyo, incluidos servicios de salud mental, según lo determinen las necesidades. Es probable que haya que incitar a algunos profesionales a buscar ayuda, ya que pueden no darse cuenta del impacto psico-traumático del incidente.

Para más información, consulta el Conjunto de Herramientas de Respuesta de Ciudades Fuertes .


Seguimiento, evaluación y aprendizaje

La MEL no es sólo una necesidad para movilizar recursos o justificar la inversión continuada en los esfuerzos de prevención de una ciudad. Más fundamentalmente, es un conjunto de acciones y consideraciones que una ciudad puede incorporar a la planificación y realización de actividades para comprender si están funcionando como se pretendía. Una MEL eficaz debe determinar si se están apoyando los objetivos identificados y se están alcanzando los resultados esperados, a fin de determinar el impacto que están teniendo las intervenciones y cómo podría alterarse o mejorarse un enfoque a la luz de esta información. Las ciudades deben desarrollar y seguir un proceso para la MEL, utilizando los resultados para reforzar la coherencia estratégica y el impacto de su planteamiento general.

Los gobiernos locales también deberían incorporar la MEL a sus programas de P/CVE y mecanismos de apoyo para comprender y demostrar el impacto. El Fondo de Esfuerzos Compartidos de la MOPAC en Londres, Reino Unido, es un ejemplo de ello. Actualmente en su cuarta ronda, ha proporcionado casi 3 millones de libras de financiación a OSC de todo Londres. Este tipo de financiación es fundamental para la sostenibilidad de los esfuerzos comunitarios de prevención del odio y el extremismo, y para garantizar que pueden mantener este tipo de apoyo, el MOPAC encargó una evaluación externa del Fondo. Un evaluador independiente trabajó con cada uno de los beneficiarios para evaluar sus proyectos, utilizando un conjunto normalizado de herramientas de recopilación de datos para valorar su impacto. Los resultados se publicaron en un informe público al final de cada ronda (véanse los informes de la Primera y Segunda Convocatorias ). Estos informes de evaluación ponen de manifiesto la importancia de apoyar a la sociedad civil y a la P/CVE basada en la comunidad, y han proporcionado enseñanzas fundamentales tanto para mejorar los resultados del Fondo en cada ronda como para el ámbito en general, ya que abarcan una amplia gama de enfoques y ofrecen enseñanzas clave para organizar planes de financiación locales.

De forma similar, el Estado de Nueva Gales del Sur (NSW), Australia, ha desarrollado y puesto en marcha la Acción de Asociación Comunitaria (COMPACT) Programa para reforzar la resiliencia comunitaria y la cohesión social. Creada tras el asedio a Martin Place, en Sídney, en diciembre de 2014, la iniciativa ha apoyado a más de 60 organizaciones comunitarias de base, organizaciones benéficas, ONG, socios del sector privado y otras partes interesadas locales, y ha capacitado a más de 50.000 jóvenes para contribuir a la cohesión social. COMPACT ha sido evaluado de forma independiente como «el primero de su clase» basándose en una detallada Teoría del Cambio programática. Una de sus recomendaciones clave es mantener la inversión en evaluación para garantizar que se evalúan los resultados a largo plazo de las iniciativas y se mantiene cualquier impacto en las comunidades. A tal fin, los proyectos COMPACT se revisan con frecuencia y los resultados de las evaluaciones se debaten en foros periódicos de aprendizaje entre iguales, para garantizar que las lecciones se integran en la futura ejecución.

Aplicación de la MEL a las ciudades

Aunque las orientaciones prácticas sobre la MEL pueden aplicarse de forma más evidente a los programas individuales y a otras actividades, la información que se presenta a continuación es igualmente aplicable a los mecanismos de coordinación y a los marcos de intervención específicos que las ciudades ya tienen en marcha o que pueden querer desarrollar. Tanto para las actividades como para los sistemas, hay que identificar los objetivos y comprender el impacto. Los pasos que aquí se presentan pueden seguirse independientemente de lo que una ciudad intente medir o evaluar, siempre que se tengan en cuenta los distintos tipos de indicadores.

Hay una serie de recursos disponibles para informar y orientar los planteamientos de la MEL, incluidos varios relacionados con la prevención del odio, el extremismo y la polarización.

La mayoría se elaboran pensando en un público no gubernamental para informar sobre el diseño de los proyectos y la medición de los resultados. A pesar de haberse desarrollado a menudo para las OSC, las ONG, los contratistas de desarrollo y las agencias internacionales, gran parte del aprendizaje técnico se aplica igualmente al desarrollo de enfoques para la prevención dirigida por las ciudades. Podría decirse que el énfasis en la sostenibilidad, la institucionalización, la apropiación local y el ciclo de incorporación de aprendizajes para ajustar la implementación puede adquirir una importancia adicional para las ciudades en las que, independientemente de la disponibilidad de recursos y de los cambios en la dirección política o en una política más amplia, las comunidades seguirán sintiendo el impacto, las repercusiones o la falta de éxito de los esfuerzos de prevención a largo plazo.

Definiciones

Seguimiento: se refiere a «la tarea de garantizar que las actividades se completan a tiempo y dentro de un presupuesto y un plan prescritos. Es la evaluación del progreso hacia la ejecución del proyecto -la finalización de las actividades clave para los beneficiarios previstos, los ejecutores y los socios- y la medición de los resultados cuantitativos tales como
el número de participantes en las actividades»
(Ver fuente)

Evaluación: se refiere a «la evaluación de si las actividades del proyecto han alcanzado colectivamente los objetivos previstos o planificados, y tal y como se articulan en una Teoría del Cambio. Inherente a cualquier esfuerzo de evaluación eficaz es una comprensión clara de los objetivos del proyecto, el desarrollo de indicadores mensurables y específicos, y el acceso a datos fiables y relevantes».. (Ver fuente)

Desarrollar una Teoría del Cambio

A un nivel básico, una Teoría del Cambio identifica lo que se espera que cambie como resultado de una intervención y cómo cabe esperar que se logre ese cambio. Puede presentarse en formato narrativo, más sencillamente como una declaración del tipo «si, entonces, porque » que explica qué efecto tendrán determinadas acciones, productos y resultados y cómo se combinarán para alcanzar un objetivo declarado. Esta narración suele ir acompañada de un diagrama, o modelo lógico, que describe las vías de cambio derivadas de una intervención y que estructurará y guiará la forma en que una ciudad mide los resultados de su(s) esfuerzo(s). Aunque hay pocos límites a la cantidad de detalles o a la complejidad técnica de tales teorías y modelos, hay que recordar que la transparencia y el compromiso, especialmente con las partes interesadas no especializadas de la comunidad, es un principio general importante en el planteamiento de una ciudad. Los modelos más sencillos pueden ayudar a ello y, en última instancia, servir a más fines. Puede que las ciudades tampoco necesiten un modelo global de una actividad puntual o de iniciativas y recursos aislados. Cabe esperar que el tiempo y los conocimientos técnicos sean limitados para muchas ciudades y, por tanto, repercutan en la viabilidad práctica.

El diagrama de la Teoría del Cambio debe identificar los distintos niveles de cambio, así como las aportaciones, supuestos y factores ambientales que pueden influir en la capacidad de una ciudad para lograr dicho cambio. Los insumos son los recursos financieros y humanos, el equipamiento y la formación del personal que permiten la realización de determinadas actividades. A continuación, deben enumerarse los grupos de actividades que, en conjunto, forman unos «resultados» clave, es decir, los productos o servicios directos que se derivan de una intervención. Son los resultados más inmediatos de una intervención y suelen ser cuantitativos (por ejemplo, el número de personas que participan en una actividad concreta o el número de personas de un grupo destinatario concreto a las que ha llegado una campaña de comunicación específica). También pueden captar la pertinencia y utilidad de los cursos de formación u otras actividades, tal como se perciben
por los beneficiarios.

Los «resultados» son la siguiente fase del cambio, suelen visualizarse, aunque no exclusivamente, en un formato jerárquico o piramidal y se centran en lo que ha ocurrido como consecuencia de los productos y en el cambio que se ha logrado. A corto plazo, los resultados suelen consistir en cambios en los conocimientos, la concienciación y las actitudes, y a medio plazo, en cambios en el comportamiento, la práctica o el rendimiento.

Por último, debe identificarse un objetivo o nivel de impacto al que una intervención pueda esperar razonablemente contribuir a largo plazo como resultado de alcanzar con éxito los resultados combinados. En cada fase, también pueden identificarse otras capas y pasos intermedios, en función de la complejidad o el alcance de la intervención o de lo que puedan requerir los donantes y otros socios.

Además de establecer una relación causal entre la acción emprendida y lo que se espera conseguir, o el impacto previsto de una intervención o intervenciones, una Teoría del Cambio debe identificar los supuestos causales clave y los factores ambientales que pueden influir en la capacidad de una ciudad para lograr el cambio. Por ejemplo, se podría suponer causalmente que los individuos/grupos a los que se dirigen las intervenciones secundarias están a su vez implicados en la intervención. Si están motivados y desean ayuda y apoyo porque ven las ventajas de comprometerse, es más probable que la iniciativa consiga resultados que si son incumplidores o sólo acuden y se comprometen por otro motivo (por ejemplo, para cumplir las condiciones del apoyo al empleo). Este ejemplo será aún más pertinente cuando, como ya se ha dicho, es probable que dichas intervenciones dependan de la participación voluntaria. Del mismo modo, las condiciones ambientales, como un entorno político estable o la presencia de redes familiares u otras redes de apoyo, podrían identificarse como factores que permiten una intervención en primer lugar o que le dan una mayor o menor probabilidad de éxito. Deben ser factores que escapen al control de la ciudad.

Para más orientación sobre la elaboración de una Teoría del Cambio y para desarrollar un marco de resultados, consulta esta guía de Global Affairs Canada.

Desarrollar un marco de resultados que incluya indicadores y métodos de recogida de datos

Un marco de resultados (o marco lógico) suele presentarse como una tabla en la que se enumeran los distintos niveles de cambio (es decir, productos y resultados) identificados en una Teoría del Cambio y, a continuación, se describen las formas en que una ciudad podrá demostrar que se ha alcanzado el umbral de éxito (indicadores), así como los métodos de recopilación de datos empleados.

Los métodos típicos de recogida de datos que las ciudades consultadas habían empleado incluyen encuestas, entrevistas, debates de grupos de discusión y mediciones directas. Las ciudades también deben considerar la gama de datos existentes que ya recopilan (por ejemplo, datos de usuarios de servicios específicos, o índices y datos censales existentes) y cómo pueden ser relevantes para los indicadores identificados. Para saber más sobre cómo aprovechar los datos existentes, consulta el Capítulo 1. Para consultar una lista de indicadores ya desarrollados específicamente para el ámbito de la P/CVE, véase el Banco de Indicadores del PNUD.

Hay que destacar especialmente dos puntos importantes sobre los indicadores y la recogida de datos:

  • Siempre que sea posible, establece datos «de referencia» (que muestren los resultados del indicador pertinente antes de realizar cualquier intervención) para poder evaluar la magnitud o la naturaleza del cambio tras la intervención.
  • Para el cambio a nivel de resultados en particular, intenta identificar los cambios longitudinales y considera la posibilidad de recopilar datos a diferentes intervalos (por ejemplo, inmediatamente después de un resultado determinado, tres meses después, seis meses después, etc.) y reconoce que el cambio de actitud y comportamiento es complejo, polifacético y
    requiere tiempo.

Triangulación de los datos

Los datos identificados en un marco de resultados pueden ofrecer sólo una imagen parcial de la amplitud y naturaleza de los cambios -positivos, negativos e inesperados- logrados por la(s) intervención(es). Captar otras formas de entender el impacto podría ser importante para contar la historia completa. Por ejemplo, una ciudad podría querer identificar historias de éxito individuales, perfilar experiencias concretas, o incluso pedir a los participantes que lleven un diario en vídeo u otro tipo de diario. Los datos anecdóticos, informales o testimoniales siguen siendo válidos, siempre que se reconozca la subjetividad y no se presenten las conclusiones como representativas. Para más información sobre la recogida y el análisis de datos, consulta esta guía de INTRAC.

Invierte en MEL

Muchas ciudades compartieron que tenían la sensación de que ellas mismas o los socios que participaban en las actividades locales habían tratado anteriormente la MEL como una idea tardía y un mero requisito técnico para los mecanismos de financiación. Un aprendizaje clave expresado por muchos fue la necesidad de invertir tiempo y recursos dedicados a la MEL -desde el diseño, la recopilación y el análisis de datos hasta el aprendizaje- durante todo el ciclo de vida de sus intervenciones de prevención. Es fundamental reconocer que los esfuerzos de la MEL pueden y deben influir en el modo en que las ciudades se comprometen y, potencialmente, provocar cambios en su enfoque. Además de la planificación y los recursos necesarios, pasos básicos como la previsión de tiempo durante las actividades y el seguimiento para la recogida de datos y la realización de encuestas, por ejemplo, es también una mejora tangible que las ciudades consideraron que podía introducirse en sus planteamientos. Para consultar una de las guías más reconocidas sobre el proceso completo de MEL, véase Diez pasos para un sistema de seguimiento y evaluación basado en resultados, del Banco Mundial. Para obtener orientaciones adaptadas a un contexto de odio, extremismo y polarización, consulta este conjunto de herramientas del PNUD y Alerta Internacional.

Comparte lo aprendido

Analizar los datos recogidos no es el objetivo final en sí mismo. El análisis no sólo debe arrojar luz sobre si una iniciativa está generando impacto o va por buen camino, sino que también debe extraer enseñanzas y otras conclusiones que puedan servir de base para modificar el enfoque y mejorar el rendimiento general. Es esencial garantizar que los aprendizajes se comparten con todos los implicados para mantener un bucle de retroalimentación en el que los resultados informen constantemente la práctica.

Además, compartir las enseñanzas y los resultados de las actividades de MEL de una ciudad con un público más amplio, que incluya, cuando sea posible, a las partes interesadas de la comunidad y al público en general, también sirve al objetivo más amplio de aumentar la transparencia, la apertura y la participación pública, todos ellos objetivos valiosos de las ciudades.
esfuerzos de prevención dirigidos.

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