arrow-circle arrow-down-basicarrow-down arrow-left-small arrow-left arrow-right-small arrow-right arrow-up arrow closefacebooklinkedinsearch twittervideo-icon

Mirar a las ciudades, no a los estados-nación, para resolver nuestros mayores retos

Fecha de publicación:
23/01/2020
Tipo de contenido:
Comparte:

— 7 minutos tiempo de lectura

Robert Muggah, Director, Grupo SecDev

Robert Muggah es especialista en ciudades, seguridad, migración y nuevas tecnologías. En 2011 cofundó el Instituto Igarapé, un think and do tank que trabaja en la seguridad y la justicia basadas en datos en América Latina y África, donde actualmente es director de investigación. En 2010 también cofundó la Fundación y el Grupo SecDev, organizaciones dedicadas a la ciberseguridad y la economía digital, especialmente en las regiones de Oriente Medio y Eurasia, y Asia Meridional. Es consultor de gobiernos, la ONU, el Banco Mundial y empresas que van desde Google a McKinsey.


En este artículo, publicado originalmente en el sitio web del Foro Económico Mundial, sostiene que las ciudades están asumiendo un papel cada vez más vocal y visible a la hora de afrontar algunos de los mayores retos a los que se enfrenta hoy nuestro mundo.


El mundo en 2020 se presenta más turbulento e incierto que nunca. Poderosas fuerzas económicas, demográficas y tecnológicas están recableando la política internacional. Según el nuevo Informe sobre Riesgos Mundiales los cambios estructurales están animando a los Estados-nación a adoptar posturas más transaccionales y unilaterales. Algunas naciones están abandonando viejas alianzas, cuestionando el valor del multilateralismo y replegándose a intereses nacionales estrechamente definidos. En medio de la continua presión a la baja sobre la economía mundial, los ciudadanos están cada vez más inquietos y frustrados con sus políticos nacionales.

Quizá tengan algo. Quizá los Estados-nación sean parte del problema.

A diferencia de los Estados-nación, las ciudades y los alcaldes están haciendo frente a los retos globales del siglo XXI. Un número cada vez mayor de dirigentes de ciudades están tomando medidas para reducir su huella de carbono, ampliar las soluciones de energía renovable, aprovechar la economía digital, absorber y proteger a los inmigrantes y reducir la desigualdad. Las ciudades concentran la mayor parte de la inversión extranjera directa y son los motores de la innovación y la productividad. Como resultado, las ciudades rivalizan con las naciones-estado en términos de peso económico, influencia diplomática y conectividad internacional. Los Estados-nación no están a punto de desaparecer, pero están dando paso a redes alternativas y formas distribuidas de poder.

Una de las razones por las que las ciudades son tan importantes es que son potencias económicas y generan una proporción cada vez más significativa del PIB nacional. En EEUU, por ejemplo, 10 de las mayores áreas metropolitanas del país generan más de un tercio del PIB del país. Sólo el área metropolitana de Nueva York generó más producción económica que Canadá. Mientras tanto, Los Ángeles ́s casi rivaliza con México y Chicago es mayor que Suiza, económicamente hablando. Fuera de Estados Unidos, Seúl representa más de la mitad del PIB de Corea del Sur, Tel Aviv algo menos de la mitad del de Israel, y Londres, París y Tokio un tercio cada uno de esos países.

Las ciudades se afanan en redefinir los parámetros de la diplomacia internacional, buscando formas cada vez más emprendedoras de diplomacia de las ciudades. Por un lado, las ciudades son cada vez más firmes como agentes diplomáticos. Desde China e India hasta Nigeria y Brasil, las ciudades están creando oficinas de promoción del comercio y la inversión y empresas comerciales para atraer inversiones. También están forjando políticas exteriores municipales, reforzando las relaciones bilaterales y poniendo en marcha redes de ciudades en todos los ámbitos, desde los intercambios culturales y científicos hasta la acogida de refugiados y la prestación de ayuda humanitaria. Por otro, las ciudades, están forjando redes de colaboración, poniendo en común sus recursos para hacer oír sus voces en la escena mundial.

Diplomacia

No es del todo sorprendente que las ciudades sean cada vez más asertivas. Según Greg Clark, autor de Ciudades Globales: Una breve historia, las ciudades tienden a aprovechar las oportunidades globales en oleadas y ciclos, y aprovechan instintivamente las nuevas condiciones a medida que surgen. Como anclas y nodos duraderos de la globalización, las ciudades siempre han desempeñado un papel central en la economía mundial. La urbanización sin precedentes ha aumentado el poder de las ciudades: en 1950 había poco más de 80 ciudades con 1 millón de habitantes, frente a las aproximadamente 550 actuales. Las ciudades están especialmente bien adaptadas al ritmo acelerado del cambio tecnológico, ya que compiten en sectores dinámicos y en rápida evolución. Los que se cierran a la iniciativa empresarial, restringen la inmigración y no adoptan no suelen prosperar.

Imagen: Capitalista Visual. Previsión del PIB de las ciudades para 2035

La verdad es que participar en la diplomacia es una condición sine qua non para que las ciudades sobrevivan y prosperen en un orden mundial en evolución. Esto es algo que los líderes urbanos del siglo XXI comprenden instintivamente. Como escribieron Michele Acuto e Ian Klaus en un artículo para el Chicago Council on Global Affairs, ya existen más de 300 redes de ciudades formalizadas, algunas de ellas con décadas de antigüedad. Redes como el C40, el Pacto Mundial de Alcaldes, ICLEI y CGLU,

Metropolis, el Parlamento Mundial de Alcaldes y la Red de Ciudades Fuertes no son reuniones pintorescas sofocadas por el protocolo, sino medios prácticos para ayudar a las ciudades a movilizar recursos, participar en la defensa mundial e intercambiar prácticas y tecnologías revolucionarias para remodelar la política local.

Los gobiernos nacionales reconocen cada vez más el poder y la influencia de la diplomacia de las ciudades. Las ciudades estadounidenses, por ejemplo, aplican cada vez más su propia política exterior, independientemente de las autoridades federales. Desde 2017, cuando Los Ángeles creó una Oficina de Asuntos Internacionales, ha llevado a cabo actividades de divulgación con los consulados y comisiones comerciales de más de 100 países. Asimismo, después de que Estados Unidos se retirara del Acuerdo de París sobre el Clima en 2016, Nueva York firmó una orden ejecutiva en 2017 por la que la ciudad se comprometía con los principios del acuerdo, inspirando a cientos de otros a hacer lo mismo. Percibiendo los vientos de cambio, en 2019 el Congreso de Estados Unidospresentó un proyecto de ley bipartidista para que las ciudades y los estados tengan más voz en las misiones diplomáticas y en la elaboración de políticas internacionales.

La nueva Ley sobre Diplomacia de Ciudades y Estados podría abrir un nuevo capítulo en la diplomacia subnacional y de múltiples partes interesadas en EEUU, y en un ámbito más amplio. Si se aprueba, crearía una Oficina de Diplomacia Subnacional en el Departamento de Estado de EEUU. Esta nueva oficina reforzaría potencialmente la cooperación interestatal e interurbana apoyando los acuerdos de cooperación, comercio e inversión, el apoyo a las redes interurbanas, y aseguraría y ejecutaría acuerdos subnacionales globales. Si se aprueba el proyecto de ley, las repercusiones potenciales en todos los ámbitos, desde el aumento de las inversiones hasta la gestión del cambio climático, son significativas. Aunque no sea así, los gobernadores y alcaldes ya están ejerciendo su poder blando e impulsando un nuevo orden mundial en red.

Aunque ofrece enormes promesas, la diplomacia de las ciudades no se produce espontáneamente. Requiere que los gobiernos municipales trabajen en colaboración y se comprometan activamente con socios internacionales para aprovechar los activos de las ciudades. De entrada, se basa en valores compartidos de cooperación, inclusión y pluralismo. También requiere que las ciudades grandes y pequeñas adopten una estrategia orientada a la internacionalización e inviertan en lo básico para comprometerse globalmente. Esto no es fácil en una época de déficits crecientes y presiones presupuestarias abrumadoras. También se ve dificultada por las dificultades de entidades internacionales como las Naciones Unidas para comprometerse de forma productiva con las ciudades, aunque los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Nueva Agenda Urbana son avances prometedores. Sin duda, los dirigentes municipales tendrán que asegurarse de que el personal adecuado reciba formación, y también convencer a los contribuyentes de que la participación en actividades globales beneficiará a los intereses locales.