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Centro Regional de Asia Meridional: Hacer frente a los discursos de odio y a las tensiones dirigidas contra los desplazados internos

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El Centro Regional de Ciudades Fuertes de Asia Meridional y la ciudad de Mardan (Pakistán) coorganizaron dos mesas redondas de alcaldes de alto nivel que reunieron a líderes locales -entre ellos alcaldes, ex diputados y presidentes regionales- para intercambiar perspectivas y encontrar soluciones a los desafíos entrelazados del odio, el extremismo y la polarización en medio de un conflicto de larga duración y un importante desplazamiento de población.

Mardan ha sufrido las duras consecuencias de la violencia y el terrorismo sostenidos durante la última década. Las operaciones militares en la región obligaron a comunidades enteras a reubicarse, lo que provocó una afluencia considerable de desplazados internos. Este cambio demográfico ha agravado las tensiones comunitarias, dando lugar a una «narrativa de sospecha» que arroja una luz desfavorable sobre los desplazados internos. Como consecuencia, a las familias desplazadas les ha resultado difícil conseguir contratos de alquiler y acceder a servicios esenciales, en gran parte debido a estas percepciones negativas generalizadas. Los funcionarios locales hicieron hincapié en la necesidad de disipar esta narrativa perjudicial, instando a las autoridades del gobierno local a concienciar sobre los retos a los que se enfrenta esta comunidad y a promover diálogos intercomunitarios.

Un tema central de las mesas redondas fue el papel de las instituciones y comunidades locales en el fomento de la cohesión social. Los participantes identificaron a los líderes religiosos como figuras clave capaces de movilizar el sentimiento positivo de la comunidad, pues su influencia ya ha contribuido a mejorar la respuesta local hacia las poblaciones desplazadas. Sin embargo, subrayaron que este apoyo debe incluir también a los desplazados internos pertenecientes a minorías religiosas, garantizando que todos los grupos vulnerables se beneficien de una divulgación inclusiva e imparcial.

Para convertir las ideas de los debates en acciones prácticas, los participantes propusieron crear comités de enlace a nivel local, que funcionarían como plataformas accesibles a nivel de consejo de distrito o de aldea, permitiendo tanto a los desplazados internos como a las comunidades de acogida denunciar casos de discursos de odio o comentarios despectivos. Se espera que la comunicación regular entre estos grupos, facilitada por los comités de enlace, prevenga los conflictos y tienda puentes de entendimiento. Además, los participantes recomendaron la puesta en marcha de sesiones de sensibilización dirigidas por expertos. Estas sesiones educarían tanto a la población de acogida como a los desplazados internos sobre los efectos perjudiciales de la incitación al odio y promoverían la resolución pacífica de los conflictos.

Además, otras conclusiones de la mesa redonda destacaron la falta de oportunidades económicas -sobre todo entre los jóvenes- como un factor crítico que puede exacerbar las divisiones sociales y aumentar la susceptibilidad a las narrativas extremistas. Los líderes locales pidieron programas comunitarios integrados que no sólo mejoren la inclusión social, sino que también impulsen el desarrollo económico local, abordando así una de las causas profundas de la polarización.

Ambas mesas redondas establecieron una agenda proactiva para la gobernanza local en entornos marcados por el desplazamiento y el conflicto. Al abogar por disipar las narrativas negativas, aprovechar la influencia de los líderes comunitarios de confianza e institucionalizar plataformas para el diálogo y la rendición de cuentas, las recomendaciones subrayan el papel fundamental que pueden desempeñar las ciudades en la lucha contra el odio, el extremismo y el fomento de un entorno integrador para todos los residentes, incluidos los desplazados internos.