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Guía para las ciudades: Prevenir el odio, el extremismo y la polarización

Última actualización:
30/01/2025
Fecha de publicación:
11/09/2023
Tipo de contenido:

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Capítulo 6: Prevención secundaria

Secundaria

Programas y otras medidas dirigidas a personas identificadas como vulnerables a la captación o radicalización hacia el odio o la violencia extremista y que intentan conducir a estas personas por un camino no violento.

La prevención secundaria abarca las formas en que una ciudad puede actuar en respuesta a un riesgo o desafío más específico. A diferencia de la prevención primaria, no se dirige a la población en general, sino que se desarrolla e imparte para abordar un problema concreto, relacionado específicamente con el odio, el extremismo y la polarización, y a menudo dirigido a un grupo o individuo concreto. Por esta razón, la prevención secundaria depende aún más de un mapeo local exhaustivo y debe estar estrechamente relacionada con las vulnerabilidades y necesidades clave identificadas (véase el Capítulo 2).

Grupos vulnerables

La prevención secundaria se centrará a menudo en vulnerabilidades específicas, como la falta de capacidad de pensamiento crítico unida a una exposición particular a la difusión del odio; una preocupación por la discriminación racial o étnica; o un reto en torno a la marginación y los sentimientos de desconfianza, aislamiento y privación de derechos.

Normalmente, los planteamientos y consideraciones identificados para la prevención primaria siguen siendo pertinentes; sin embargo, las metodologías específicas seguidas, los objetivos identificados y los mensajes transmitidos serán más específicos. Las intervenciones también pueden durar más tiempo y seguir un programa concreto u otra secuencia. Hay que tener en cuenta que las necesidades de formación de una ciudad serán probablemente más importantes y/o especializadas, dependiendo del contexto, de la vulnerabilidad a la que se enfrente y de la formación y competencias profesionales de las oficinas o profesionales pertinentes del gobierno local.

Particulares

En relación con la prevención secundaria con las personas, esta Guía se centrará predominantemente en los mecanismos de derivación de diversos tipos, de acuerdo con las prioridades expresadas por las ciudades consultadas para esta Guía. Han surgido mecanismos de derivación en varios campos, como la trata de seres humanos, el consumo de drogas, la violencia de género, la reducción de la violencia y la P/CVE. Suelen implicar un proceso formal o informal mediante el cual los profesionales de primera línea, los miembros de la comunidad, los familiares o los compañeros pueden remitir a las personas que muestren determinados comportamientos o vulnerabilidades preocupantes a un grupo de profesionales y profesionales de distintas disciplinas y/o agencias y organizaciones para que identifiquen, evalúen, ayuden y traten a esas personas.

Cada vez se reconoce más el valor añadido de los mecanismos de derivación dirigidos a nivel local en el espacio de la prevención del odio y el extremismo, ya que los responsables políticos, los trabajadores de primera línea e incluso los profesionales de la seguridad han dado cada vez más prioridad a la necesidad de identificar a las personas más vulnerables o que ya están en el camino de la violencia y de conducirlas por una vía no violenta. En los últimos años, han surgido en diferentes contextos locales, en algunos casos dirigidos y gestionados por la ciudad. En algunos contextos pretenden prevenir diversos daños sociales (incluida la violencia extremista), en otros se centran estrictamente en la P/CVE. Se han utilizado diferentes etiquetas para estos mecanismos, como«mesas de situación» (Canadá),«casas de información» (Dinamarca),«casas de seguridad» (Países Bajos), «mesas de socios» (Bélgica), equipos Ancla (Finlandia) y«paneles Canal» (Reino Unido).

Como se refleja en la guía de la OSCE sobre el tema, aunque no existe un enfoque único para el diseño y la puesta en marcha de un mecanismo de derivación, suele tratarse de un programa, plataforma o iniciativa multiinstitucional y/o multidisciplinar que presenta una serie de características comunes.

En el espacio de la prevención del odio y el extremismo, estos procesos pueden ofrecer a los familiares o compañeros preocupados una alternativa a llamar a la policía y arriesgarse potencialmente a una acción de seguridad inmediata y de mano dura. Pueden facilitar la participación temprana de una serie de profesionales que podrían estar bien situados «para llevar a cabo una intervención eficaz y preventiva porque tienen una competencia, experiencia, credibilidad percibida o legitimidad particulares que la policía… no posee«. Su eficacia depende del compromiso, la habilidad y la experiencia de los profesionales que trabajan con la persona remitida. También depende del nivel de confianza entre los distintos profesionales y organismos implicados en el mecanismo, y entre esos profesionales y organismos y las comunidades locales pertinentes. Dado que estos mecanismos deben apoyarse en gran medida en los trabajadores de primera línea, los proveedores de servicios y las organizaciones comunitarias, al tiempo que permiten la cooperación entre ellos, los gobiernos locales pueden desempeñar un papel central en su apoyo y gestión.

Consideraciones para las ciudades

Tipos de mecanismos de remisión

Los mecanismos de derivación pueden ser gestionados por empleados municipales, trabajadores sociales/juveniles, policía local, OSC o casi cualquiera de las partes interesadas y servicios que se tratan a lo largo de esta Guía, siempre que se ofrezca formación y exista un marco ético sólido. Pueden «dirigirse» a un público determinado (por ejemplo, familias) o estar abiertas al público en general, incluidos amigos, vecinos o compañeros. La autoderivación es otra posibilidad, especialmente cuando una persona busca activamente ayuda para mitigar los riesgos a los que se ha expuesto, pero carece de los recursos, la motivación o la confianza para hacerlo de forma totalmente independiente.

Algunas formas de hacer una recomendación:

  • Teléfono de ayuda
  • Mecanismos de información del sitio web
  • Aplicaciones móviles
  • «Señalización» institucional (cuando una institución local o un proveedor de servicios plantea una preocupación o dirige a las personas a un servicio adecuado)

Riesgos/desafíos asociados a los distintos métodos de derivación

  • Estigmatización
  • Seguridad de los datos e información personal Ver Sistemas de intercambio de información: 5 consejos en el Capítulo 7
  • Miedo a la criminalización
  • Uso indebido o abuso para fines políticos o de otro tipo
  • Requiere personal 24 horas al día, 7 días a la semana
  • Las plataformas tecnológicas requieren mantenimiento, actualizaciones y seguridad añadida para la protección de datos. Tampoco se adaptan a todo el mundo, donde la familiaridad, el acceso, el idioma y otras cuestiones suponen barreras.

En general, cualquier mecanismo de remisión debería

  • Basarse en investigaciones locales específicas del contexto e incluir factores relacionados con la población destinataria;
  • Consulta con profesionales y practicantes locales, incluso para basarte en múltiples fuentes de información;
  • Tener en cuenta los contextos políticos y sociales más amplios;
  • Tener en cuenta los factores de protección y resiliencia, así como los riesgos relacionados con el extremismo;
  • Estar informado y vinculado a las intervenciones disponibles y a los servicios de apoyo
    .

    Fuente: OSCE, Comprender los mecanismos de derivación (2019)

Evitar la estigmatización

El objetivo básico de cualquier sistema de remisión es recopilar información sobre casos individuales y la naturaleza de los problemas que se han planteado. Esto requiere la identificación de algunos indicadores básicos (por ejemplo, ¿qué debe considerarse un signo de vulnerabilidad potencial a la violencia de motivación extremista?) Identificar y responder a estas preguntas (a) requiere la consulta y la aportación de un equipo de múltiples partes interesadas y puede requerir aportaciones profesionales adicionales y (b) determinará las áreas clave en las que el mecanismo de remisión puede correr el riesgo de causar o exacerbar la estigmatización. Una forma de reducir la estigmatización es centrarse en los signos objetivos del comportamiento, en lugar de en las características de la personalidad. Cualquier mecanismo de remisión debe evitar dirigirse a grupos o ideologías religiosas o políticas concretas. Las personas remitidas no deben ser presentadas como delincuentes potenciales o amenazas para la seguridad, sino que, al menos en la primera fase de la evaluación, deben ser consideradas como personas vulnerables que necesitan ayuda y apoyo para evitar causarse daño a sí mismas y a los demás.

Exploración y evaluación

Una vez que se ha remitido a una persona, el primer paso suele ser una exploración previa a una evaluación completa. Un cribado inicial permite una verificación básica de los datos incluidos en la remisión y una evaluación de la idoneidad y pertinencia para una remisión. Esto permite remitir a otros servicios en los casos en que las necesidades de una persona puedan abordarse mejor fuera del mecanismo y desencadena una posible participación de la comunidad u otras formas de intervención, si es necesario. Los casos individuales que cumplen los indicadores de elegibilidad identificados se someten entonces a una evaluación completa, que debe realizar una junta o panel multipartito en el que estén representados distintos servicios/departamentos y expertos profesionales.

La evaluación determinará hasta qué punto la persona está expuesta a un riesgo concreto, basándose en una metodología clara y en indicadores compartidos y objetivos. La evaluación también debe servir para identificar los factores de riesgo/vulnerabilidad y de protección, que abrirán vías para una posible intervención. Existen todo tipo de herramientas de evaluación. Algunas de ellas son meramente indicativas, mientras que otras incorporan listas de comprobación o están más formalizadas e implican un juicio profesional estructurado. También hay variaciones significativas en la facilidad de transferencia de estas herramientas a nuevos contextos.

Teniendo en cuenta que ninguna herramienta de este tipo puede ser perfecta, es crucial seleccionar o desarrollar herramientas de evaluación con las que los profesionales se sientan cómodos. La evaluación debe informar sobre el tipo de intervención, así como sobre el proveedor de la intervención mejor situado, ya sea un servicio o profesión concretos y/o una persona específica. También es de vital importancia mitigar los posibles daños durante las evaluaciones (a las personas y las comunidades, pero también, por asociación, a la integridad y la confianza en el planteamiento de una ciudad) y comprender los riesgos, las necesidades y los puntos fuertes de los distintos planteamientos.

Tipos de intervenciones

El odio, el extremismo y la polarización son fenómenos sociales complejos que no pueden reducirse a un único ámbito de riesgo o conjunto de causas. La interacción entre los distintos factores de riesgo y las causas potenciales, o impulsores, es tan importante como el contexto en el que se desarrollan. Por lo tanto, las intervenciones deben ser multidisciplinares y basarse en una sólida cooperación entre los distintos servicios, agencias, departamentos o partes interesadas, e implicar un enfoque cooperativo.

Las ciudades con modelos de intervención individuales que han contribuido a esta Guía consideraron importante subrayar que, en la mayoría de los casos, abordar el odio, el extremismo y la polarización no es intrínsecamente diferente de abordar otros problemas sociales. El proveedor de la intervención abordará estas cuestiones en consonancia con su práctica profesional y, aunque puede haber formación especializada o antecedentes necesarios para abordar un caso concreto (por ejemplo, atención informada sobre traumas o cómo reconocer símbolos extremistas), el enfoque básico y las actividades a menudo seguirán siendo coherentes.

A este respecto, se consideró que la mayoría de los casos se beneficiaban de que las ciudades incorporaran los retos del odio, el extremismo y la polarización a los planteamientos profesionales existentes, en lugar de crear una profesión o un modelo totalmente nuevos.

Los programas de intervención pueden adoptar distintas formas, en función de las necesidades y prioridades particulares y recurrentes, pero también en función de los recursos disponibles a nivel local. Las ciudades destacaron las siguientes opciones, o una combinación de ellas, como zonas comunes
de intervención.

Importante:

  • Las intervenciones deben abordar algo que importe a las personas/familias;
  • Las intervenciones deben ser de apoyo, facilitar la dignidad y evitar el estigma;
  • Las intervenciones deben tener en cuenta las «consecuencias imprevistas».

Fuente: Programa de Formación del IIJ: Desarrollo de Programas de Intervención Multi-Actor P/CVE
– Aplicación de un Enfoque «No Hacer Daño» que abarque a toda la sociedad
(2021)

Un reto clave que plantearon muchas ciudades fue que la mayoría de las intervenciones individuales a nivel de prevención secundaria se basan en la participación voluntaria. Esto requiere que el propio individuo invierta en la intervención y que vea el valor de comprometerse en primer lugar. También requiere intervenciones que respondan a las necesidades y expectativas del propio individuo, lo que exige una evaluación adicional y exhaustiva. Comprender qué motivará a una persona o a una familia a participar es clave, como también lo es asegurarse de que las personas no se vean sobrecargadas por demasiadas intervenciones y de que la intensidad de una intervención se corresponda con el nivel de riesgo planteado.

Apoyar los mecanismos existentes

Las ciudades pueden optar por no establecer su propio mecanismo de derivación, quizá para evitar la duplicación con uno nacional o quizá porque carecen de mandato suficiente para desarrollarlo. Alternativamente, pueden centrarse en aprovechar un mecanismo existente e integrar aspectos de la prevención del odio y el extremismo en estructuras que ya se ocupan de diferentes daños (por ejemplo, la violencia sexual, el tráfico de personas o la prevención de la delincuencia en general). Incluso cuando las ciudades no están desarrollando o aprovechando mecanismos a nivel local o regional, a menudo pueden desempeñar un papel importante en la promoción de los mecanismos nacionales, generando confianza en ellos y combatiendo la desinformación y las narrativas conspirativas relacionadas con ellos.

Varios países disponen de líneas telefónicas generales de prevención de la delincuencia, y un número cada vez mayor (entre ellos Austria, Canadá, Dinamarca, Francia, Alemania y Luxemburgo) han establecido líneas de ayuda específicas para los problemas relacionados con el odio y el extremismo.

Modelo de Casa de Seguridad, Países Bajos: En los Países Bajos, las «Casas de la Seguridad» son redes locales que reúnen a representantes municipales, la policía, organizaciones de base comunitaria y otros para debatir y desarrollar conjuntamente programas que aborden distintos problemas de seguridad de la comunidad. Aunque originalmente se centraba en una prevención más amplia de la delincuencia, el modelo se amplió para incluir la prevención del extremismo tras la marcha de varios ciudadanos holandeses para unirse al ISIS.

En algunos contextos, la elección puede no limitarse a mecanismos locales o nacionales; también hay ejemplos de mecanismos regionales.

En Columbia Británica (Canadá ), en lugar de establecer un programa en distintas ciudades de un territorio geográficamente muy extenso, el gobierno provincial creó un programa único(Shift-BC) para apoyar las necesidades de prevención secundaria de las ciudades y sus residentes en toda la provincia. En función de las necesidades, la provincia -a través de su Departamento de Seguridad Pública, y con financiación del gobierno federal- pone en contacto a las personas que pueden estar en riesgo de violencia de motivación extremista con los servicios locales de asesoramiento, servicios sociales u otras herramientas. El programa también ofrece formación a los proveedores de servicios psicosociales y otros servicios pertinentes de toda la provincia que trabajan con las personas que les remite el Turno. Como se refleja en el Programa de Formación del IIJ, este enfoque puede tener «atractivo cuando los recursos y las capacidades son limitados, y la carga de casos prevista puede no justificar la inversión en mecanismos permanentes en distintas partes del país, estado o provincia».

Si un gobierno central ya ha abierto una línea directa o un sitio web para recoger remisiones, una ciudad también podría proporcionar apoyo e información adicionales a las familias o personas afectadas. Esto puede ser útil cuando una parte duda o no está segura de hacer una remisión y quiere recibir asesoramiento antes de hacerla. En estos casos, es imperativo evitar el solapamiento y dejar muy clara la distinción entre ambos servicios y de qué es responsable la ciudad.

Dependiendo de la demanda, también puede ser necesario apoyar un enfoque doble que combine líneas directas administradas por el gobierno y por las OSC y otros mecanismos. Esto podría satisfacer tanto a las personas que se sienten más cómodas poniéndose en contacto con una línea directa del gobierno como a las que prefieren hablar con una no gubernamental, dirigida por la comunidad.

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