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El cambio está llegando al Líbano, y se está impulsando a nivel local

Fecha de publicación:
12/08/2021
Tipo de contenido:
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— 6 minutos tiempo de lectura

Arriba: Multitud ondeando banderas libanesas, Beirut, Líbano. (Crédito Unsplash/Charbel Karam, 6 de febrero de 2021)

Autor: Nicolas Gholam
Coordinador de Ciudades Fuertes, Beirut

El siguiente artículo de opinión ha sido escrito por un autor invitado. Las opiniones expresadas en él son propias del autor y no pueden atribuirse a la Red de Ciudades Fuertes.

La semana pasada se cumplió un año de la explosión del puerto de Beirut. Cuando leas esto, ya habrás visto en la televisión las numerosas protestas en Beirut y en todo el mundo de grupos de la sociedad civil y comunidades locales indignados por la negligencia criminal y la corrupción que permitieron que se produjera la explosión y por no haber llevado ante la justicia a la clase dirigente responsable.

En Líbano, hemos aprendido a soportar las convulsiones políticas y económicas periódicas del país y de toda la región: nuestra propia Guerra Civil de 1975 a 1990, en la que se calcula que murieron 150.000 personas; la ocupación militar siria de 1976 a 2005; el conflicto entre Israel y Líbano de 2006, la afluencia de refugiados como consecuencia de la invasión estadounidense de Irak y la Guerra Civil Siria; y, más recientemente, las secuelas de la pandemia de COVID-19. Cada uno de estos acontecimientos no sólo ha dado forma a Líbano, sino que también ha limitado su capacidad para efectuar cambios, lo que ha desembocado en la actual crisis económica y política del país, que comenzó en agosto de 2019 y desde entonces ha sumido en la pobreza a más de la mitad de la población.

Frustrados por el reiterado fracaso de las élites políticas a la hora de sacar al país de la crisis, los activistas de base y los grupos políticos independientes han estado trabajando para tomar cartas en el asunto.

Tanto la crisis económica como la explosión del puerto de Beirut han servido de llamada de atención a la sociedad libanesa. Frustrados por el reiterado fracaso de las élites políticas a la hora de sacar al país de la crisis, los activistas de base y los grupos políticos independientes han estado trabajando para tomar cartas en el asunto. El resultado de esta sacudida ha sido la aparición de nuevas vías políticas que no eran posibles desde antes de la Guerra Civil. En las recientes elecciones sindicales, una coalición de activistas apodada El Sindicato se Levanta obtuvo una victoria decisiva sobre las élites sectarias del país. Esto, a su vez, se ha encontrado en el otro extremo del espectro con políticos que abandonan sus partidos políticos y tratan de unirse a estos grupos emergentes.

Otro cambio ha sido el surgimiento de medios de comunicación alternativos que ofrecen un discurso diferente a la propaganda de los partidos políticos promovida por los medios de comunicación convencionales del país. Mientras que la mayoría de los medios de comunicación tradicionales pertenecen o están afiliados a un partido político, los nuevos medios alternativos pretenden ofrecer análisis imparciales y objetivos sobre temas políticos, culturales, económicos y sociales críticos. Su creciente popularidad en las plataformas de medios sociales es una prueba de la gran necesidad de este tipo de noticias, que contribuyen a reconstruir el centro político y permiten a los lectores establecer opiniones basadas en un periodismo independiente y creíble.

Aunque el cambio esté llegando, se está produciendo a ritmos diferentes en todo el país… la necesidad de un cambio radical en el Líbano es mayor que nunca.

Sin embargo, aunque el cambio esté llegando, se está produciendo a ritmos diferentes en todo el país. En Beirut, donde las ideas nuevas y creativas encuentran desde hace tiempo un terreno fértil, el cambio ya ha echado raíces. En otras zonas más rurales y conservadoras del país, donde las tradiciones y las limitaciones sociales están profundamente arraigadas y los partidos políticos tienen mayor influencia, el cambio puede tardar más en tomar forma.

La necesidad de este nivel de cambio radical en Líbano es mayor que nunca. La deuda pública del país, de 74.500 millones de dólares desde hace dos años, y la desigualdad socioeconómica, de larga data, no han hecho más que agravarse con los recientes acontecimientos. Aunque las organizaciones internacionales han proporcionado una ayuda económica y material muy necesaria, más del 70% de la población está por debajo del umbral de pobreza y la ayuda proporcionada no se distribuye equitativamente. Muchas comunidades se han visto reducidas a una economía de subsistencia y están cada vez más resentidas, frustradas y desesperadas. Combinada con una ausencia total de liderazgo nacional y de su capacidad para ffectar el cambio de arriba abajo, la población libanesa se ve cada vez más obligada a recurrir a medidas hostiles para hacerse oír.

Todo esto tiene implicaciones peligrosas evidentes para los grupos extremistas que intentan explotar estas condiciones desesperadas para radicalizar a las personas. Si no se producen cambios y siguen aumentando los niveles de desempleo, de falta de vivienda y de pobreza, la situación no hará sino volverse más inestable.

Las organizaciones locales, las comunidades y los ciudadanos de a pie han dado un paso al frente para llenar el vacío de la prestación de servicios públicos allí donde el gobierno nacional ha fracasado.

Líbano ha logrado cierto éxito en la prevención del extremismo y la radicalización a nivel local. Una asociación entre la Red de Ciudades Fuertes y la Unidad Nacional Libanesa de Coordinación de la Prevención del Extremismo Violento (PVE) desde 2017 ha producido tres Redes Locales de Prevención en Trípoli, Saida y Majdal Anjar, en las que cada municipio dirige sus propios proyectos e informa a la estrategia nacional de PVE.

En Trípoli, por ejemplo, el trabajo gira en torno a la mejora de la alfabetización mediática de los jóvenes y los padres. Majdal Anjar, por su parte, se ha acercado a la EPV a través del deporte, mientras que Saida ha puesto en marcha un conjunto de herramientas para profesores para la detección precoz que se está preparando para aplicarlo en las escuelas de todo el país en colaboración con el Ministerio de Educación Superior.

Aunque estos éxitos demuestran el valor de las asociaciones nacionales-locales, el Líbano nos recuerda crudamente la fragilidad y los peligros cuando los gobiernos nacionales fracasan. En el caso de Líbano, las organizaciones locales, las comunidades y los ciudadanos de a pie han dado un paso adelante para llenar el vacío de la prestación de servicios públicos allí donde el gobierno nacional ha fracasado, pero sin un apoyo continuado, su capacidad para seguir cumpliendo esta función parece cada vez más insostenible.

Las esperanzas del país están ahora firmemente puestas en las elecciones de mayo de 2022 como única forma de evitar un fracaso total del gobierno nacional, y de sustituirlo por actores dispuestos y, lo que es más importante, capaces de ofrecer soluciones tangibles a nivel local y nacional.

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